El objetivo en el Mundial de Londres 2016 era la madison, una prueba en la
que Albert Torres y Sebastián Mora comenzaban a descollar. No en vano
habían logrado la medalla de oro en el Europeo unos meses antes. Pero también en Gretchen el castellonense
había obtenido el título en el scratch… y esta prueba de fondo se presentaba
como un agradable aperitivo en el Mundial de 2016. Y más cuando el estado
de forma del de Villareal era excelente. “El scratch puede ser una carrera
loca, pero al final deciden las fuerzas”, me comentaba el día anterior a su
debut. Y mentiría (este servidor) si
dijese que no esperaba algo grande de Sebas.
A las 19:20 de ese 1 de marzo de
2016 comenzaba una carrera en el que Mora,
al inicio, estuvo muy muy “reservón”, a cola de grupo, aunque luego confesaba
que era “porque vengo muy bien de forma y tengo plena confianza en mi estado”.
Cuando apenas llevaban 15 vueltas, atacaban el belga Moreno De Pauw, el
británico Chris Lathan (Gran Bretaña), el alemán Lucas Liss, campeón vigente el
ucraniano Roman Gladysh, que ganaban vuelta a falta de 34.
Un grupo peligroso para
concederle esa ventaja, pero el español estaba tranquilo. “Parecía que la carrera se me escapaba al principio, pero he
tenido un poco de sangre fría”. Mora
lanzaba su primer ataque,
secundado por otros cinco corredores que ganarían vuelta a 26 del
final, aunque poco después se sumaban otros ciclistas hasta ser quince los que
estaban en el mismo giro.
Dicho de otra forma, la carrera
estaba casi como al principio. Al
español no le valía por lo que provocaba un segundo ataque que también ganaría
vuelta cuando apenas quedaban diez. “Me he dicho, este es el momento, tengo que ir si quiero ser
campeón del mundo, lo he intentado y me ha salido bastante bien”.
Todo hacía indicar que el sprint
final decidiría entre los seis corredores en la misma vuelta –el mexicano Ignacio
Prado, el suizo Claudio Imhof, el bielorruso Raman Ramanau, el hongkonés King
Lok Cheuk y el checo Vojtech Haecky junto al español-. Pero Mora no se conformaba y a falta de siete
vueltas se fue de estos corredores para distanciarse con medio giro que le
supuso evitar problemas en el sprint…. y poder festejar como merecía el oro.
“Cuando he visto en el marcador que me
llegaba la última vuelta y llevaba bastante ventaja al paquete, la he
disfrutado, pero sin dejar de dar
pedales porque hasta que no he pasado la meta no me lo he creído”. Ni que
decir tiene que no dejé de disparar la cámara en estos momentos, aunque dice un
brinco de alegría tras cruzar la meta… para salir disparado desde la grada
donde me encontraba hacia el podio, donde debería acudir el castellonense en
pocos minutos.
Estoy
casi seguro de que jamás he vivido un
scratch ganado con tanta autoridad, con un Mora que, aparte del protocolo
del podio, tuvo que pasar por todos esos requisitos habituales en un ganador:
desde firmar la veintena de maillots
arco iris que la UCI destina a sus compromisos hasta pasar el ineludible
control antidopaje, sin olvidarse de atender a este servidor más preocupado
de mandar la información en tiempo y forma que de celebraciones –la ‘pinta’ me
la tomaría en el hotel a su salud y al del seleccionador nacional, Salvador
Meliá, que fue quien pagó- o de ‘soportar’ el
buen humor del siempre dispuesto Pablo de Pedro, compañero de fatigas en
muchas competiciones.
Y Londres será precisamente el próximo
destino –este sábado y el domingo- de un Mora que llega con las mismas
ilusiones de siempre, pero con un nuevo objetivo.
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