En un año que está teniendo una especial significación para Eddy Merckx, por ese cincuentenario de su
primer triunfo en el Tour de Francia, plasmado en esa ‘Gran Salida’ desde
Bruselas, no debemos olvidar que un día
como ayer, 9 de septiembre, se cumplió también medio siglo de un accidente que
pudo costarle la vida y del que surgió un Merckx distinto, que en alguna
ocasión declaró que “nunca volví a ser el mismo”. “Mi ambición permaneció intacta, pero después de Blois tenía que esforzarme
mucho más en cada carrera. Nunca más pude volver a escalar de la misma manera".
Un accidente que tuvo lugar en
un velódromo, pues Merckx fue un
consumado pistard, con 16 victorias en pruebas de Seís Días, la mayoría de
ellas con Patrick Sercu. Como podéis imaginar, el escenario de
aquel grave accidente fue el de Blois, al sur de París. No debemos olvidar que,
en aquellos tiempos, septiembre era un mes de ‘descuento’, usando un símil
futbolístico, y que, para un ciclista como él, que estaba en activo de enero a
diciembre, la pista se convertía en un objetivo adicional en esos meses de
menor actividad rutera.
En esta ocasión se trataba de un evento tipo omnium, es
decir, que combinaba distintas pruebas y una de ellas era una prueba tras moto.
Ferdinand Wambst, uno de los más
reputados pilotos de la época, de 56 años y con más de veinte de
experiencia, era el conductor de la
derny que llevaba al ‘Caníbal’, aunque la discrepancia entre ambos se dejó
ver ya que el francés buscaba el espectáculo, las remontadas desde atrás que
levantaban al público de sus asientos, mientras que el belga deseaba la
seguridad de rodar delante. Por un motivo o por otro, cuando se dirigían hacia
la cabeza de carrera se toparon con la caída de otro motorista al hacer una
falsa maniobra. Wambst dudó y en vez de
dejarse llevar por la lógica de pasar por arriba, intentó hacerlo por abajo, chocando
contra la moto caída, yéndose al suelo y arrastrando con él a Merckx.
Piloto y corredor se estamparon de cabeza sobre el cemento de Blois.
Por aquel
entonces no se usaban cascos rígidos, sino las tradicionales chichoneras, cuya
protección era mínima, aunque posiblemente el hecho de que Merckx hubiera decidido estrenar una nueva en esa prueba contribuyó a
que no se dejase la vida ese día. Pese a todo, la protección apareció
totalmente rota y quemada.
Y es que el golpe fue
impresionante, aunque el peor parado fue Wambst, quien murió mientras le
trasladaban al hospital con el cráneo fracturado. El ciclista
también fue evacuado y no recobró el
conocimiento hasta 45 minutos después, ya en el lecho hospitalario. Sufrió una conmoción
cerebral –con varias grapas para cerrarle las brechas-, esguince cervical y la lesión que más le marcaría, un
desplazamiento de la pelvis, así como varios cortes y contusiones.
Tras
una semana en el hospital fue trasladado
a su casa donde el único tratamiento que recibió –algo totalmente habitual en
la época- fue la inmovilización en la cama durante mes y medio, aunque en
la fase final de su convalecencia fuese tratado por especialistas. Y es que,
desde ese momento, las secuelas de su espalda le afectaron en todas las
carreras, y no era extraño verle ajustando
continuamente su sillín en carrera para buscar una posición con la que aliviar
su dolor.
Y
aunque a nivel de palmarés no se pueda distinguir entre los éxitos logrados
antes de 1969 y después de ese año, en la presentación hace unos meses del
libro “1969. L’année d’Eddy Merckx”, escrito por
Johny Vansevenant, el propio ‘Caníbal’ declaraba que “he tenido dos carreras, antes de Blois
y después de Blois”.
Todo lo sucedido aquel 9 de septiembre de 1969 en Blois se cuenta en “Mitad hombre, mitad máquina” el título de la versión traducida
de la biografía que escribió el periodista británico William Fotheringham y
que Libros de Ruta nos traerá traducido al castellano en noviembre.
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