Tengo que reconocer que, en
mi etapa en la Federación Española, alguna vez me surgieron dudas al ver la abreviatura CAN correspondiente a la Autonomía de un corredor y no saber a qué
Federación se correspondía, si a Cantabria o a Canarias.
Salida de la curva del Oscar Freire. Google |
Esta cuestión, sin embargo, jamás se me ha planteado en un Campeonato
de España de pista, ya que ninguna de estas dos comunidades ha tenido
participación en dicho evento, al menos durante aquellos años. La única
excepción fue la de Miguel Angel Polidura, en 2004, un corredor cántabro que,
tras estar en la concentración del CEAR –una iniciativa que reunía a chavales
de todas las regiones durante buena parte del verano-, se animó a participar en
el Campeonato de España de Detección de Talentos, y con buenos resultados… pero
su actividad como pistard no tuvo continuidad.
Cantabria
tiene ahora mismo dos pistas, a las que ni de lejos se las puede llamar
velódromos. En Torrelavega está el ‘Oscar Freire’, de asfalto, sin apenas
peralte, cuya cuerda no he podido comprobar con la suficiente fiabilidad, pero
que está por encima de los 800 metros. Y aunque se desarrollan actividades de
escuelas, quizá sea más conocido por
haber acogido unos Campeonatos de España de ciclocross o el final de alguna
etapa de la Vuelta a España.
La segunda instalación
también lleva nombre de profesional de carretera, José Antonio González
Linares, en Barros, junto a Los Corrales de Buelna, más reducida en
dimensiones (500 metros), con suelo de cemento y un mínimo peralte. Pero por sus características –y por la
climatología de la zona-, ineficaz para cualquier tipo de actividad con piñón
fijo.
Con la construcción del Palacio de Deportes de Santander, en 2003, se perdió
una oportunidad de tener un velódromo cubierto… aunque la verdad es que tampoco
fue un proyecto en toda regla sino un deseo que no se plasmaría.
Pese a ello, no he tenido
noticia de ninguna gestión o reivindicación pro-velódromo, todo lo contrario que en Canarias, concretamente en una de sus
provincias con el movimiento ‘Tenerife necesita un velódromo’, que surge
como una comunidad que reivindica espacios específicos y seguros para la
práctica del ciclismo, al estilo de lo que sucede con otros deportes que tienen
sus propias instalaciones. Varios centenares de personas apoyan esta iniciativa que se presume bastante
modesta ya que, debido a la benigna climatología, les bastaría con una pista
descubierta de cemento.
Es curioso porque Santa Cruz de Tenerife llegó a tener un velódromo en el siglo XIX, que se mantuvo con uso hasta la primera década
del siglo XX. Después, nada en ninguna de las islas del archipiélago canario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario