La mecánica del keirin es sobradamente conocida para los lectores de
TrackPiste, aunque en Japón hay algunas diferencias, como la colorida
imagen de cada uno de los nueve ciclistas –seis compiten en las competiciones
UCI-, conducidos por otro piloto en bici –en vez de esa derny que conocemos en el
ciclismo internacional-. En el camino se bloquean y empujan entre sí, chocando
con las cabezas, incluso con el cuerpo: es curioso, ya que la grafía japonesa de keirin significa “anillo, rueda", pero
también “batalla”.
Pero poco a poco las diferencias
se están reduciendo. Primero, por la
presencia cada año de un puñado de ‘pistards’ –entre los que han estado los
españoles David Cabrero, José Antonio Villanueva y José Antonio Escuredo-,
a los que les vale de poco su prestigio internacional, ya que tienen que
superar el curso para obtener el ‘carné’, en la Escuela Keirin de Japón, junto al velódromo olímpico de Izu. Y luego, por lo que supone la celebración de los Juegos Olímpicos, el próximo mes de
agosto, lo que está haciendo que ciclistas procedentes del keirin japonés Yudai
Nitta o Yuta Wakimoto, y otros sin esa experiencia, como Tomohiro Fukaya, hayan alcanzado el éxito en las competiciones UCI.
En "Keirin: War on Wheels. Inside Japan's Cycling Subculture", Justin McCurry, el corresponsal de The
Guardian en Japón y Corea, explora Japón desde una nueva perspectiva
fascinante. Sus encuentros con apostadores, expertos, veteranos y novatos
revelan partes de la sociedad y la psique japonesas que rara vez se examinan, aprendiendo lecciones sobre el país y la
cultura que van mucho más allá del ámbito deportivo.
Un libro que puede ser un excelente regalo estas Navidades, sobre todo en este año olímpico, aunque
no esté disponible hasta febrero y, de momento, solamente se pueda leer en
inglés.
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