A pesar de tener ya 37 años de edad, Kirstin Carlijn Wild no muestra ningún signo de declive: todo lo contrario, competición a la que acude en estos últimos años, carrera en la que deja su sello. Sin necesidad de extendernos en pruebas menores como la Copa del Mundo o remontarnos a años anteriores, en 2019 su balance en el Mundial de Pruszkow fue de dos oros –precisamente en las dos disciplinas que afrontará en Tokio, omnium y madison-, una plata y un bronce; en los Juegos Europeos de Minsk, dos oros –omnium y scratch- y la plata en la madison; y en los Europeos de Apeldoorn, en su propio país, el “habitual” oro del ómnium estuvo acompañado de otro triunfo, esta vez en la eliminación, y el bronce en la madison, siempre con su inseparable Amy Pieters.
Hace unos meses, la fondista neerlandesa declaraba en la web de la UCI que "la edad no es un obstáculo para el éxito", aunque sabe que la lógica de los años sugiere que los de Tokio deberían ser sus últimos Juegos Olímpicos, una competición en la que, sin embargo, no ha podido aún estrenarse en el podio.
Su carrera ciclista comenzó a los 13 años, cuando a ella y a su hermano Werner les regalaron sendas bicicletas, con la idea de recorrer el país, pero el destino fue la competición, primero en carretera y luego en pista. Un primer punto de inflexión llegó en 2009 cuando decidió apostar al 100% por el ciclismo como medio de vida, como se nos cuenta en dicho reportaje. Los éxitos no tardaron en llegar, aunque siempre tendrá esa espinita de no haber podido ganar el Mundial de carretera más favorable a sus condiciones, ese de Doha 2016 en el que Amelie Dideriksen –una de sus más enconadas rivales en los velódromos- le dejase con el sabor agridulce de la plata.
El segundo gran cambio en la carrera de Wild llegó en el Mundial de pista de 2018, también en Apeldoorn, en el que pasó de buena corredora a ‘canibal’, al estar a punto de ganar el oro en las cuatro pruebas que corrió: se llevó el arco iris en ómnium, puntuación y scratch y sólo se le escapó en la madison, donde tuvo que ‘conformarse’ con la plata. Y es que la ciclista de Almelo impresiona, a pesar de que no es muy alta –no llega al 1,80- y como nos decía su compañera Ane Santesteban, es muy distinta en su carácter a lo que parece por su aspecto.
La
trayectoria olímpica de Wild, como decíamos, no conoce esos mismos éxitos:
sexta en las dos pruebas que afrontó en Londres 2012, persecución por equipos y
ómnium, e idéntico puesto en Rio 2016, también en la combinada. Experiencia,
clase, sentido táctico y fuerza, mucha fuerza, se combinan para atacar lo más
alto del podio en su tercera -¿y última?- cita olímpica. Quizá luego haya más
tiempo para la revancha en carretera.
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