Quinta entrega de nuestra serie para conocer un poco mejor la historia del ciclismo en pista en los Juegos Olímpicos, sin duda la más olímpica de todas las modalidades de nuestro deporte… y para entretenernos un poco en estos días de confinamiento.
Cuando mencionamos los Juegos Olímpicos de Londres
2012, nos viene a la cabeza el éxito británico en el velódromo de Lee Valley
con los Chris Hoy, Jason Kenny, Geraint Thomas, Laura Trott y compañía. Sin
embargo, un siglo antes -exactamente 104 años- Londres ya fue escenario del
dominio de los locales en las pruebas de pista, al obtener cinco de los seis
oros en liza.
Numeroso público en el estado de White City para ver el ciclismo, a pesar de la pésima climatología. Foto: Olympic.org |
De esta forma, Londres acogió unos Juegos que
fueron en todos los aspectos mucho mejores que las ediciones anteriores -con
algunas polémicas sobre la representación y las banderas de algunos países entonces ‘ocupados’
como Irlanda o Finlandia-, que tomaron algunas de las mejoras de los Juegos Intercalados de Atenas, aunque volvieron a insistir una duración muy
extensa en el tiempo, con más de seis meses de competiciones. Por cierto,
fue en esta edición cuando se estableció la distancia actual de la maratón, al
alargarse el recorrido para que pudiera comenzar en el castillo de Windsor y
terminar en el estadio olímpico, el de White City, construido para la ocasión
con una capacidad de 68.000 espectadores.
Y fue precisamente en este recinto donde se disputaron
las pruebas de ciclismo en pista, del 13 al 18 de julio, en un anillo de
cemento que rodeaba el estadio, de 660 yardas -poco más de 600 metros- con un escaso
peralte. Como aspecto negativo, la gran cantidad de agua que cayó durante
todas las pruebas; como positivo, el número público que se congregó para
verlas.
Ben Jones, el pistard más laureado. Foto: Domiio público - Wikipedia |
Ben Jones fue el más laureado, al ganar el oro en los
5 kilómetros y como integrante del equipo de persecución, y la plata en los 30, que se llevaría su
compatriota Clarrie Kingsbury -también vencedor con la cuarteta- por escasos
centímetros. Charles Bartlett
se llevaba los 100 kilómetros, al retirarse el gran favorito, Leon Meredith
-otro integrante de la persecución-, debido a las inclemencias del tiempo, y en
la que un futuro ganador del Tour, Octave Lapize, era tercero. Victor Johnson
completaba el éxito británico, al ganar la velocidad individual, mientras que Francia
se llevaba el oro restante con el tándem forado por Maurice Schilles y André
Auffray, por delante de dos dúos locales.
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