¿Y en la
eliminación? Pues no, no se hace otra eliminación, sino … un scratch
clasificatorio.
Así lo ha
decidido la UCI en la última modificación reglamentaria de junio (artículo
3.2.219) causando la lógica extrañeza de que una prueba muy distinta en
concepción sea el criterio de clasificación para poder disputar una final de otra.
El único
problema que tiene la eliminación es que marca mucho el lugar de salida y
los corredores colocados atrás -por sorteo- tienen que hacer un esfuerzo
bastante intenso, y del que muchas veces no nos damos cuenta, para coger
posiciones antes de la primera eliminación. Pero esta circunstancia es
fácilmente corregible: establecer un mayor número de vueltas neutralizadas
hasta el primer sprint, como sucede en la carrera tempo.
Hay que recordar que no es la primera vez -ni será la última- que la UCI toma una decisión ilógica que luego tiene que corregir deprisa y corriendo. Sin ir más lejos, cuando estableció el actual sistema de competición del kilómetro, después de los JJOO de Río, con clasificatoria matinal y final con los ocho mejores, decidió que dicha primera ronda fuese a la distancia de 750 metros -en vez de los 1.000 metros- con el fin de que los corredores no se cansaran tanto, cuando fisiológicamente son esfuerzos muy diferentes. En el caso de la eliminación, factores como la colocación en el pelotón o el ahorrar esfuerzos durante el mayor tiempo posible -es una carrera en la que realmente se va muy rápido aunque no lo aparente- son determinantes, al contrario del scratch donde juega más la fuerza para ganar vuelta o la velocidad para esprintar.
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