Si la semana pasada hablábamos de la Copa de España, de la oportunidad que podía significar su aplazamiento para poner en marcha la competición internacional que necesita, que demanda, el ciclismo en pista nacional, y en cuyas líneas generales de reforma coinciden -coincidimos- todos, ahora es el turno de hablar de la Liga de Pista, la otra competición que articula el calendario nacional, que se lanzó el año pasado con nocturnidad y alevosía, y sobre la que también hay bastantes coincidencias generales: puede ser necesaria, para juniors y cadetes, pero siempre bajo otros postulados y con otro formato.
La primera observación que habría que
realizar es lo poco adecuado que es el término Liga. No es -o no debe
ser- una competición, sino un conjunto de pruebas a lo largo de toda España. ¿Un
ranking? Tampoco se debe entender como tal, ya que cualquier tipo de
clasificación puede ser falseada por gente que tiene más medios para acudir
a pruebas lejanas. Y por supuesto, nada de mezclar churras con merinas, de
añadir puntos de la Copa de España o del propio Campeonato para establecer un
ranking al que ni siquiera la Federación le prestó la más mínima atención, informativamente hablando.
Por otro lado, es bastante
triste que se fomente la realización de pruebas específicas para esta Liga y no
se aprovechen las ya existentes gracias a los esfuerzos que hacen otras
Federaciones para crear en sus ámbitos autonómicos unas competiciones con el
suficiente nivel. Con la Guipuzcoana en unas circunstancias difíciles, lo que
se ha saldado en un ‘annus horribilis’, no debemos olvidar el esfuerzo que
hacen Federaciones como la Valenciana -‘chapeau’ por sus iniciativas-, la
Balear o la Catalana, sin olvidarnos de que en Castilla y León también hay
actividad y que en otros lugares como Murcia empiezan a moverse proyectos
serios. Por lo tanto ‘subvencionar’ con 2.000 euros a quienes entren en la Liga,
aunque su actividad fuera de ella sea nula, incluso negativa, es algo que no
se entiende muy bien. O sí, si se buscan otras razones no deportivas.
También hablábamos de que las
Autonomías con velódromos ‘importantes’ deberían hacer un esfuerzo para tener
ese calendario internacional de calidad, que se podría completar con estas
cantidades ‘liberadas’. Para el resto de Federaciones, el esfuerzo
equivalente sería organizar las pruebas que podrían implementarse en este
segundo escalón, sin necesidad de recurrir a los postulados que maneja la
UCI y equipararlos a la Española: para tomar parte en el Mundial -en este caso
el Nacional-, es necesario que el país organice al menos una competición
internacional -de la Liga-.
Igualmente recordar que la Española solo
permite tres modelos bastante estrictos para simplificar los programas, cuando debería
fomentarse la variedad de los mismos y, desde luego, no olvidarse de la
persecución -sistemáticamente postergada por su mayor duración- o de la
madison.
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