¿Cómo te iniciaste en pista?
En Vall d’Uxo solíamos
entrenar en una pista escuela, con bici de carretera, pero nos llevaban a
competir en carretera y pista. Lógicamente mi padre cuando pudo, de cadete, me
hizo una bicicleta de pista y comencé a dedicarme cada vez más, ya que obtenía
buenos resultados. Por ejemplo, como junior fui campeón absoluto en velocidad
por equipos, en Alcázar de San Juan, aunque siempre pensando en cómo podía
aprovechar esa rapidez en carretera. Cuando pasé a amateur, con Sodexho, seguí
con las mismas ideas, haciendo carretera y pruebas por etapas y no lo hacía
mal. Fue entonces cuando tuve la suerte de conocer a Escuredo y me orientó
bastante, ya que me dijo que no podría compatibilizar las dos disciplinas. Le
tengo mucho que agradecer, porque fui como un hermano pequeño para él. Fue
entonces cuando ya me centré definitivamente en la pista.
Como junior,
ya estuve con la selección en 1995. Al Mundial del año siguiente no fui, pero
en 1997 estuve en el de Perth, con gente como Cabrero, Moreno, Escuredo...
Volví en Berlín, en 1999, aunque no competí en la velocidad, sino que fue a
partir de 2000 cuando se formó y se consolidó el trío de velocidad con
Escuredo, Villa y conmigo. Formamos uno de los mejores tríos del mundo, con victorias
y medallas en las Copas del Mundo, con el bronce en Manchester (2000) y la
plata en Melbourne (2004).
La pena fueron
los Juegos Olímpicos de Sidney, en que podríamos haber estado luchando por el
podio. En la clasificatoria la bici me hizo un extraño y estuve a punto de
caer. No me pasó nada, pero desestabilicé el equipo y perdimos tiempo, lo
suficiente para ser novenos y no poder entrar entre los ocho mejores. De haber
sido así, habríamos tenido una segunda oportunidad. Fue culpa mía, pero sigo
sin saber realmente qué me sucedió. Pero fue bastante frustrante.
Afortunadamente nos quitamos la espinita en Manchester unos meses después.
Así estuvimos hasta 2005, cuando cambiaron las cosas. En Los Ángeles no pudimos correr -un fallo a la hora de interpretar la normativa y no acudir a una Copa del Mundo les privó de poder competir en el Mundial-, y luego llegó lo de Villanueva -un positivo- y que Escuredo dejó el equipo. Al final no hubo relevo, aunque nos quedamos a muy pocas centésimas de clasificarnos para los Juegos Olímpicos. Y fue allí donde decidí dejar el ciclismo de alta competición.
Sin duda, haber
podido ir a dos Juegos Olímpicos, aunque no fuera una buena experiencia a nivel de resultados, y las
dos medallas de velocidad. Y haber podido estar en todas ellas con mi padre. Es
lo más bonito que puedo recordar.
¿Cómo pasaste a ser técnico?
Ni me lo había
planteado. En 2006 estando aún en activo, Amadeo Olmos -el presidente de la
Valenciana- me dijo que me quería como técnico. Le dije que ni siquiera tenía
el título, pero me lo saqué lo antes que pude. Cuando dejé de correr, ya me dediqué
como seleccionador, aunque ya había estado echando una mano, hasta que en 2013
me llamó Amadeo y me dijo: Tengo una noticia buena para ti y mala para mí. Y es
que me transmitió que Cerrón -el presidente de la Española- me quería como
seleccionador. Acepté el cargo, sin dudar.
¿Qué trabajo has hecho en la Federación Española?
Aparte de ciclismo, ¿qué otra actividad haces?
Ahora mismo me encargo con mi mujer del
negocio familiar, desde la jubilación de mi padre. Tenemos máquinas de coses y
bordar, pero también accesorios, hilos… Y por supuesto, seguimos teniendo encargos para fabricar bloques de salida. Trabajamos con tres de las empresas
que los utilizan y distribuyen.
¿Cuál es tu momento favorito cuando trabajas como
técnico?
Lo más
importante es que todo el trabajo que haces, desde la planificación, a los
entrenamientos y competiciones, se vea reflejado en los resultados. En este
sentido me sentí muy partícipe de lograr que la velocidad femenina, con Tania
Calvo y Helena Casas, se clasificase para los Juegos de Río.
¿Cuál es tu disciplina favorita?
Por encima de
todo tengo dos alegrías. La primera es el Mundial de madison que ganamos con Torres y Muntaner,
sobre todo por las circunstancias que lo rodearon, con una reclamación que
tardó media hora en resolverse. Como técnicos, tuvimos que ‘trabajar’ mucho
para que se les diese lo que ellos se habían ganado en la pista. Por otro lado,
como te decía, la clasificación de las chicas para los Juegos Olímpicos, que no
se consiguió hasta el Mundial de Londres.
¿Un corredor o corredora al que hayas dirigido y te
haya dejado huella?
Personalmente me gustaba mucho Julio Alberto Amores. Le ha conocido desde cadete, y le he visto crecer. Me gustaba su capacidad de trabajo y su humildad, su forma de correr sin complejos. Creo que como corredor se merecía mucho más
(Coincido
plenamente con esta observación: Amores se merecía una oportunidad como profesional)
Siempre me ha
gustado Escuredo. Un buen entrenador debe tener teoría, que lo tiene mucha
gente, aunque Jose siempre ha tenido ganas de aprender, de saber más; la práctica,
y muchas veces lo ha probado por sí mismo, y la gestión de lo que te rodea, de los
egos. Y eso es muy difícil, sin ello no vas a ser un buen técnico.
Creo que las
Autonómicas deben tener esa responsabilidad, ya que tienen más medios. No me
refiero a los económicos, sino por cercanía, ya que tienen gente capacitada
para captar a los niños que tienen condiciones e inculcarles que valen para
eso, orientarles y apoyarles. Y que los que tengas condiciones, los pasen a un
programa de tecnificación. Sé que decirlo es fácil, aunque aplicarlo resulta menos.
Fotos
- Como ciclista de carretera con Sodexho. Facebook Salva Melia.
- En una final de velocidad con Escuredo, referente y 'hermano mayor'. Foto: Román Mendoza/Fed. Española.
- Plata en Melbourne, con Escuredo y Villa. Foto: Román Mendoza/Fed. Española.
- Pilotando la derny en unos Campeonatos. Foto: Román Mendoza.
- En los Juegos de Río, con los corredores Juan Peralta, Helena Casas y Tania Calvo y el mecánico Esteban Peña. Facebook Salva Melia.
- Con Julio Alberto Amores, un corredor que le dejó huella. Facebook Salva Meliá.
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