Si tuviera que elegir solamente una prueba para seguir en los Juegos Olímpicos de Tokio, esa no sería otra que la persecución por equipos masculina. Aparte de sus características generales, en esta ocasión confluyen numerosos factores que garantizan ese máximo interés: la exhibición de Dinamarca en los Mundiales de Berlín, el poderío emergente de Italia, la solidez de Nueva Zelanda, la sorpresa de ver relegada a Australia del último podio, la tradicional recuperación olímpica de una Gran Bretaña muy desdibujada… Todo ello conlleva a un torneo en el que es muy posible que los ocho equipos puedan bajar de los 3:50 y en la que el record del mundo deberá caer, incluso algunos segundos como aventuraba Luke Plapp recientemente.
Dinamarca. Bronce en Rio’16, Dinamarca parecía que podía perder potencial
tras la retirada prematura de Casper Von Folsach y la grave lesión de Niklas
Larsen. Pero precisamente sin ellos ha logrado los mejores resultados de su
historia: tras rozar el record del mundo en el Europeo de 2019 y en las
primeras Copas del Mundo de 2020, en Berlín hicieron una exhibición que quedará
en el recuerdo de todos… sobre todo de sus rivales, al batir por tres veces, una vez por ronda, el record del mundo: 3:46.579, 3:46.203 y 3:44.672. Y lo
hicieron con sólo cuatro hombres, sin dar descanso a ninguno: Lasse Norman Hansen, Julius Johanssen,
Frederik Madsen y Rasmus Pedersen,
aunque detrás de ellos se escondía un gran trabajo técnico en el que se
destacaba las habilidades aerodinámicas de Dan Bigham.
Nueva
Zelanda. Aunque no hicieron el segundo mejor
tiempo en Berlín, se plantaron en la final con una excelente marca (3:47.501)
que avala sus opciones de luchar por las medallas en Tokio, y más cuando este invierno, en un test pocos días antes del Nacional, establecían un registro oficioso de 3:46.6, el tercero más rápido de la historia. Una marca que no
tendrían por qué haber anunciado, sobre todo cuando la mayor parte de los
conjuntos están ocultando su trabajo, pero que debe entenderse también como
una forma de decir “tenéis que contar con nosotros”.
Los ‘kiwi’ ya han anunciado su equipo
para Tokio, con cinco hombres perfectamente intercambiables, que
garantizan ese descanso que es el que buscan todas las selecciones con ese
quinto corredor: Aaron Gate, Regan Gough, Jordan Kerby, Campbell Stewart y
Corbin Strong. Una formación en la que destaca, por anecdótica, la presencia de Kerby, el
campeón del mundo de persecución individual en 2017, con Australia, y que no
encontró hueco con la cuarteta de su país natal, por lo que tuvo que buscarse la plaza
amparado en su doble nacionalidad por su madre neozelandesa.
No es necesario decir que el artífice
del ‘milagro’ italiano es Filippo Ganna, el hombre llamado a bajar de los 4
minutos en la individual y que es capaz de imbuir ese ritmo a su cuarteta.
Ese día mágico estuvo acompañado de Simone Consonni, Francesco Lamon y Jonathan
Milan y estos son los hombres con más opciones de estar en Tokio, con Elia
Viviani como quinto corredor, ya que una selección con tantas opciones en
carretera como la transalpina no parece que vaya a ‘sacrificar’ a uno de sus
cinco ruteros para dedicarlo a la pista. Eso sí, su fondo de armario es
impresionante y por ello no se deben descartar a corredores como Michele
Scartezzini, Davide Plebani o Liam Bertazzo.
Este hecho no debe minusvalorar sus
opciones, bien al contrario, ya que su equipo
habitual con Leigh Howard, Kellend O’Brien, Alexander Porter y Sam Welsford ha visto
incrementado su potencial con Luke Plapp –todos ellos confirmados para los
JJ.OO-, donde se presume como otra de las naciones que puede revolucionar esta
disciplina.
Desde British Cycling no se quiere dar ningún signo de preocupación, pero lo cierto es que se dejó entrever que
quizá habría que apostar por las pruebas de fondo en vez de por la cuarteta,
donde hombres como Matthew Walls, Ethan Hayter y Oliver Wood pueden
luchar por las medallas en ómnium y madison, aunque no sean garantías
absolutas. ¿Y en qué lugar queda la cuarteta? El primero no es un habitual,
pero sí los otros dos, en un equipo en el que también han entrado Ed Clancy,
Charlie Tanfield, Kiam Emadi e incluso Ethan Vernon. Y fieles a su
secretismo preolímpico, no dejan pistas.
Suiza. Amparados por una precisión de reloj –suizo, claro-, la
cuarteta helvética se ha clasificado sexta en todos los Mundiales del presente ciclo
olímpico, tras haber sido séptimos en los Juegos de Río. Pero tuvieron un
gran momento, en la última Copa del Mundo de Cambridge, cuando no sólo
lograron el triunfo, sino que ingresaron en el selecto club del ‘por debajo de
3:50', al marcar 3:49.982.
Alemania. La gran potencia de la persecución en los últimos años del siglo XX va recuperando poco a poco su presencia, aunque sigue sin rematar con un
podio en una gran competición. En Rio estuvieron cerca, quinto puesto, y
tienen suficientes mimbres -y jóvenes- como para pensar en ello en próximos años, aunque
quizá Tokio sea demasiado pronto como para pensar en verlos en el podio.
Canadá. Ausente de los Juegos Olímpicos desde Montreal 1976, nadie debe
suponer que es la convidada de piedra en esta disciplina: por mucho que en
el último Mundial no entrasen entre las ocho mejores: un años antes en
Pruszkow estuvieron en la final de consolación y en ese 2019 también bajaron de los 3:50 (3:49.973), aunque en este caso amparados por la altitud de
Cochabamba en los Panamericanos.
Se trata de otra de las selecciones que ya ha anunciado sus
olímpicos, Derek
Gee, Jay Lamoureux, Michael Foley y Vincent de Haître, con Adam Jamieson como reserva, y a pesar de
los problemas que han tenido para entrenar durante la pandemia, tienen un
equipo al que no hay que perder de vista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario