Pese a ello, no estuvieron al mismo nivel
que Barcelona92. Atlanta se llenó de actividades comerciales paralelas a los
Juegos, y por tanto prohibidas, que generaron un mal ambiente, aunque la
gota que colmó el vaso fue una explosión de una bomba por la noche en el
Parque Olímpico que se saldó con dos muertos… y cuyo autor no fue encontrado
hasta muchos años después. Además, la mayor parte de las instalaciones
tuvieron un carácter provisional: el estadio olímpico fue demolido un año
después para construir el estado de los Bravos de Atlanta. Y el velódromo de
Stone Mountain -un recinto descubierto, de 250 metros y con un aforo de
6.000 espectadores-, desmontado, guardado en un almacén y finalmente
trasladado a Bromont (Canadá), donde tiene un futuro bastante más halagüeño
una vez que se ha aprobado el proyecto para techarlo gracias al multimillonario
israelí-canadiense Sylvan Adams. Por cierto, fueron los últimos Juegos disputados en un velódromo al aire libre.
Siguiendo con el ciclismo, Atlanta’96
fueron unos Juegos con muchos cambios, una tendencia que se acentuaría en siguientes ediciones. Como nos contaba Josep d. Bochaca,
presidente del Colegio de Comisarios, la apertura a los profesionales supuso la
presencia de ciclistas como Miguel Indurain y Abraham Olano que dieron ese
inolvidable doblete en la contrarreloj, por delante de un Chris Boardman al
que se le echó de menos en la pista; por otro lado, el BTT debutaba como
disciplina olímpica. Y finalmente en el velódromo, la locura que supuso ver
todo tipo de bicicletas que se aprovechaban de la laxitud del reglamento UCI,
lo que supondría el establecimiento de unas normas mucho más rígidas para el
futuro.
La velocidad se saldó con el segundo triunfo consecutivo del alemán Jens Fiedler, en una edición en la que se comenzó a poder alinear dos ciclistas por país, aunque los mejores tiempos de los velocistas germanorientales habían pasado sin que muchos de ellos tuvieran esa oportunidad de competir en los Juegos. Fiedler fue de menos a más, ya que tras ser solamente cuarto en los 200 fue superando series, eliminado en semifinales al australiano Gary Neiwand, autor del mejor registro en la clasificatoria, y en la final al norteamericano Marty Nothstein, siempre en dos enfrentamientos, aunque muy apretados: el primero requirió la foto-finish. El bronce, para el canadiense Curt Harnett, que dejaba sin podio a Neiwand. Dos españoles participaron en la prueba: José Antonio Escuredo (16º), que caía en la repesca de segunda ronda y José Manuel Moreno, en la de octavos (11º).
Y algo muy similar sucedió con la
cuarteta, que aparte del actual seleccionador nacional componían Adolfo
Alperi, Bernardo González y Joan Llaneras: los 4:11.310 que marcaron ante
Italia eran el mejor tiempo de los que no ganaron en cuartos y equivalía a
otro sensacional quinto lugar. En este caso, Francia (Ermenault,
Christophe Capelle, Jean Michel Monin y Francis Moreau), fue quien dominó desde
el principio, con el mejor tiempo en la clasificatoria, hasta la final, donde
superaban a una sorprendente Rusia (Eduard Gritsun, Nikolay Kutznetsov,
Aleksey Markov y Anton Shantyr), 4:05.930 a 4:07.730, tras haber sido solo
quinta en la clasificatoria. Fue un
torneo en el que fallaron algunas de las grandes favoritas, sobre todo
Australia, aunque McGee, Brett Aitken, Stuart O’Grady, Timothy O’Shannessey y
Dean Woods, terminarían subiendo al podio por el bronce, y Alemania, en un
decepcionante noveno lugar.
Finalmente, en la puntuación masculina, Llaneras demostró sus posibilidades de futuro en una prueba en la que terminó sexto, con 17 puntos, aunque fue uno de los siete corredores que ganó vuelta. Sin embargo, el italiano Silvio Martinello no dio opción en los sprints para alcanzar 37 puntos, por los 29 del canadiense Brian Walton y los 25 del australiano O’Grady, que estuvo a punto de no participar por sufrir un episodio de taquicardia la víspera. Destacar que en Atlanta se suprimió la clasificatoria, aunque se aumentase hasta 28 los participantes en la final.
Como Rousseau, fue Sidney 2000 el gran momento olímpico de Felicia Ballanger, pero en Atlanta ya se subía a lo más alto del podio en la velocidad, en un concurso en el que superaba en dos mangas a la australiana Michelle Ferris en la final, la única que hizo mejor tiempo que ella en los 200. La neerlandesa Ingrid Haringa completaba el podio, en esta ocasión en el desempate ante la alemana Annett Neuman.
La persecución femenina también se fue para Italia, donde Antonella Bellutti -que también sería olímpica en Bobsleigh años después y que ahora es candidata a la presidencia del CONI- hizo valer la ventaja que le daba su posición de superman -superwoman, en este caso- ante la francesa Marion Clignet: 3:33.595 a 3:38.71, con la alemana Judith Arndt completando el podio, en un torneo en el que la gran favorita, la norteamericana Regecca Twigg no pudo pasar de cuartos.
Con todas las corredoras en la misma
vuelta, triunfo final para la francesa Nathalie Even-Lancien superando por
un solo punto a Haringa (24 a 23), con el bronce para la australiana Lucy
Tyler-Sharman, nacida en Estados Unidos pero que emigró a Australia buscando
poder participar en los Juegos, lo mismo que le sucedió a Clignet que se fue a Francia a causa de una epilepsia que en Norteamérica consideraban demasiado arriesgada para el ciclismo.
Fuentes: Olympics.org, Olympedia y
Wikipedia.
Fotos
- Logotipo de Atlanta
- Autógrafo de Fiedler, doble campeón olímpico de velocidad
- Martinez Oliver y Llaneras, dos diplimas para cada uno, los españoles más laureados. Foto: Martínez Oliver
- Belluti, en la posición de superman. Foto: Twitter Belluti
No hay comentarios:
Publicar un comentario