Unos Juegos que incrementaron
notablemente su seguridad a raíz de los atentados del 11-S, y de la cercanía de
las costas griegas con el polvorín del Próximo Oriente y sobre todo de
Afganistán, aunque afortunadamente no hubo ninguna incidencia en este sentido.
La más grave fue el gesto de un perturbado, un sacerdote irlandés, que
derribó al corredor que iba claramente destacado en la maratón, Vanderlei da
Lima, que perdió el ritmo y una victoria que parecía segura, aunque
terminaría tercero.
A nivel popular, el
gran héroe fue el nadador norteamericano Michael Phelps, que no logró el
objetivo de superar los siete oros de Mark Spitz, pero sí alcanzó una medalla
más; seis oros y dos platas. El record llegaría cuatro años después, en Pekín.,
para estar actualmente en lo más alto del medallero con 28 preseas, de las
cuales 23 son del máximo valor.
Las competiciones se
desarrollaron en el velódromo olímpico, un recinto descubierto que se
construyó para los Juegos Mediterráneos de 1991, que se cerró con una
impresionante cubierta de Santiago Calatrava, aunque dejando los laterales
abiertos para una mejor ventilación, aunque dos años después de los Juegos se
cerraron para evitar problemas de corrientes. Allí se desarrolló un programa
idéntico al de 2000, con ese desequilibrio entre pruebas masculinas -ocho- y
femeninas, con doce participantes españoles: Miquel Alzamora, Carlos Castaño, Rubén Donet,
Sergi Escobar, José Antonio Escuredo, Guillermo Ferrer, Joan Llaneras, Asier
Maeztu, Salvador Meliá, Gema Pascual, Carles Torrent y José Antonio Villanueva
Más interés teníamos
puesto en la final por el bronce, en la que España, con Castaño, Escobar,
Maeztu y Torrent -Ferrer, el quinto hombre, no llegó a intervenir en ninguna
serie- se la jugaba con la potente selección de Alemania, a la que había
superado en tiempos tanto en la clasificatoria como en la primera ronda, donde
España, con 4:02.374, establecía un nuevo récord nacional. Los tiempos de la
final fueron sensiblemente superiores, pero lo importante es que España
superaba a Alemania, con una potentísima cuarteta (Robert Bartko, Guido
Fulst, Christian Lademann y Leif Lampater): 4.05.523 a 4:07.193.
Fue una revancha de lo
sucedido en la individual, donde Wiggins había superado claramente a McGee
(4:16.304 a 4:20.346). Una persecución que estrenaba un rebuscado y
larguísimo sistema de competición, con una clasificatoria y tres rondas, y en
el que Escobar hacía varias veces mejor tiempo que McGee pero en la
penúltima ronda, no, lo que llevó al australiano a la final absoluta y al español,
a la B, donde con 4:17.947 se imponía claramente al británico Robert Hayles,
y como se ve, nuevamente con mejor tiempo que el medallista de plata. También
intervino Castaño, clasificado en duodécimo lugar.
Donde no hubo opción fue
en la madison, donde siete parejas acabaron en la misma vuelta, decidiendo
los sprints, en donde Llaneras y Alzamora apenas tuvieron opción, ya que
ninguno de los dos era lo suficientemente rápido como para marcar diferencias, y se echó en falta la presencia de Isaac Gálvez. 7
puntos para los españoles frente a los 22 de Australia (Stuart O’Grady-Brown),
muy superior a todas las demás duplas, los suizos Franco Marvulli-Bruno
Risi, con 15, y los británicos Wiggins-Hayles, con 12.
En las pruebas de
velocidad, el dominio australiano se personalizó en Ryan Bayley, que en Atenas
tuvo su momento dulce, al ganar la velocidad y el keirin. En la primera prueba, fue en todo momento el más
fuerte: desde los 10.177 que marcó en los 200 hasta la final, donde el
neerlandés Theo Bos sería el único que le ganase una manga. El bronce, para el
alemán Rene Wolff, ganador en dos mangas de Laurent Gané. Precisamente el
francés fue quien puso fuera de concurso al español Villanueva, en octavos,
quien luego ganaría la manga definitoria de las posiciones 9 al 12.
En la final de keirin, el australiano, que había ganado tanto su primera ronda como su semifinal, superaba a Escuredo -que daba la cuarta presea al combinado español- y a su compatriota Shane Kelly. Un torneo lleno de intriga ya que el catalán no entraba en principio en la final al ser cuarto, aunque la descalificación del británico Jamie Staff le colocaba entre los elegidos: aún recuerdo mis intentos infructuosos de comunicar con Ramón Pizarro, el narrador de TVE en Atenas, para darle la noticia, ya que no se había enterado de la decisión arbitral. Claro que en aquella época no había Whats App y no me iba a coger el teléfono en plena retransmisión. El otro español, Villanueva, terminaba decimotercero, al ser tercero en su repesca y pasar sólo dos.
El kilómetro supuso el estreno olímpico de un Chris Hoy que luego lograría sus mayores éxitos en otras disciplinas, al batir por menos de 2 décimas al francés Arnaud Tournant (1:00.711 a 1:00.896), con el alemán Stefan Nimke completando el podio y con Donet en duodécimo lugar (1:03.505)
Bayley no pudo conseguir
su tercer metal en la velocidad por equipos, ya que junto a sus compañeros Sean
Eadie y Shane Kelly caía en la final B ante Francia, con Laurent Gané, Mickaël
Bourgain y Arnaud Tournant, por apenas media décima (44.359 a 44.404). El
oro fue para Alemania donde Jens Fiedler reverdecía viejos laureles, en
compañía de Nimke y Wolff, para superar en la final al inesperado trío japonés,
con Toshiaki Fushimi, Masaki Inoue y Tomohiro Nagatsuka (43.980 a 44.246). España,
con Meliá, Escuredo y Villanueva, no estuvo a la altura del Mundial, unos meses
antes en Melbourne, donde fue plata, en un torneo en el que fue de más a
menos, ya que tras ser cuarta en la clasificatoria (44.452) terminaba en
séptimo lugar.
La persecución
coronaba a la neozelandesa Sarah Ulmer que superaba en la final a la australiana Katie Mactier, 3:24.537 a
3:27.650, siendo su marca el segundo record del mundo que establecía en
Atenas. Para la heroína de Sydney, Leontien Zijlaard-Van Moorsel, esta vez
solo hubo opción del bronce... aunque repetiría triunfo en la contrarreloj individual.
Anna Meares, campeona
mundial vigente, completaba el balance de oros de Australia, al ganar los 500 metros,
récord del mundo incluido
(33.952) a la china Jiang Yongua (34.112) y a la bielorrusa Natalia Tsilinskaya
(34.167), en estos días de rabiosa actualidad por la suspensión del Europeo y
ser la presidenta de aquella Federación.
Por el contrario, Meares
no luchó por el oro sino por el bronce en la velocidad ante la rusa Svetlana
Grankovskaya, la gran favorita en esta prueba, y que cedía en dos mangas ante
la australiana, que había marcado el mejor tiempo en 200 (11.291). En esa
primera actuación, la canadiense Lori-Ann Muenzer solo pudo ser cuarta, pero
fue superando rondas, y siempre con desempate, salvo en la final donde se
adjudicó las dos mangas frente a la ‘segunda’ velocista rusa, Tamila Abasova.
Por cierto, una de las
velocistas que cayó ante Muenzer fue la lituana Simona Krupeckaite, que
estará en Tokio este verano en los que serán sus quintos Juegos Olímpicos.
Fuentes: Olympics.org, Olympedia y Wikipedia.
Fotos
- Logotipo de ciclismo en Atenas 2004
- Impresionante la cubierta de Calatrava en el velódromo de Atenas. Foto: Wikipedia
- La cuarteta española, en acción. Foto: COE
- Podio de la puntuación, con Llaneras. Foto: COE
- Olga Slyussareva: lo ganó todo en ese ciclo. Foto: personal
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