Como
decíamos en el análisis de la prueba masculina, los países que presentan
cuartetas están marcados porque al menos una de sus corredoras deberá haber
intervenido en la persecución, aunque hay tres días entre ambas pruebas.
Más curioso es el dato que apuntaba el seleccionador italiano Dino Salvoldi
recientemente en el que destacaba el hecho de que la madison se dispute antes del ómnium por lo que algunas selecciones podrían apostar por una
dupla en la que no entrase la corredora del ‘tetratlón’.
En ese primer grupo de favoritas, habría
que mencionar por lo menos a otras seis parejas. Por ejemplo, Bélgica, con
una pareja ya anunciada, Lotte Kopecki-Jolien D’Hoore, que tienen el honor de ser las primeras campeonas continentales y mundiales… por lo que querrían completarlo con el primer entorchado olímpico. Otra pareja experta, que está
notando mucho el ‘crecimiento’ de Kopecki y en la que D’Hoore también piensa
en una guinda en su carrera.
También en ese primer pelotón tendríamos a
las danesas Amelie Didericksen y Julie Leth, una dupla que sabe muy bien
aprovechar su momento, como demostraron ganando los Europeos de 2018 y 2019, y
por supuesto a las italianas Letizia Paternoster-Elisa Balsamo, una pareja que su técnico definió como “fantástica”. Los problemas que tuvo la primera de
ellas en este 2020 deben estar superados en agosto, pero por si acaso, Italia
cuanta con varias alternativas, sin ir más lejos Vittoria Guazzini, vigente
campeona de Europa junto a Balsamo.
En una situación muy similar está Australia,
que podría formar su dúo con cualquiera de las cuatro corredoras titulares
de la persecución, pero que también podría reservar a Nettie Edmondson para el ómnium. Ashlee Ankudinoff–Alexandra Manly son las
vigentes campeonas australianas, aunque Georgia Barker atesora un interesante
palmarés en el fondo.
Tras
este primer grupo, encontraríamos a las outsiders, parejas capaces de
poder meterse en la lucha de las medallas si se cumplen determinadas
condiciones, pero que tienen el podio más lejano si se cubre una carrera ‘típica’, como sucedió con Francia el año pasado o con Rusia, dos veces subcampeóna continental en estos
años, que aún no ha anunciado su formación, pero que debería estar formada por
Maria Novolodoskaya y Diana Klimova. También es el caso de Polonia, que podría
presentar a Daria Piulik y Nikol Plosaj o a la clásica y bien conocida
pareja irlandesa con las Lydia, Boylan y Gurley, que llegaron a
conseguir la plata en el Europeo hace cuatro años.
A
pesar de contar con la campeona del mundo de ómnium, Yumi Kajihara, la pareja
que forma con Kie Furuyama no parece que vaya a dar mucho protagonismo a Japón
en la madison, aunque esté trabajando sin descanso. Más sorprendente son los
casos de Canadá y Nueva Zelanda, que pese a tener potente cuartetas, su
periplo en la madison es bastante decepcionante, sobre todo en el caso de
las norteamericanas, que aunque ya han anunciado su selección olímpica, no han
determinado las dos ciclistas. Y francamente no me atrevo a apostar por nadie. Nueva
Zelanda, por el contrario, llegó a ser cuarta en la primera edición, en
2017, pero con dos corredoras que no estarán en Tokio. Allí, las elegidas serán
Rushlee Buchanan y Jessie Hodges.
Fotos
- Wild y Pieters en el último Mundial. Foto UCI
- Podio del primer Mundial de madison femenino, con triunfo belga. Foto: UCI
- Las danesas, celebrando su segundo Europeo consecutivo. Foto: UEC
- Relevo de Kenny y Archibald, en una de sus escasas competiciones juntas. Foto. UEC
- La pareja japonesa celebrando su reciente triunfo en la Copa de las Naciones. Foto. Nations Cup HK
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