Del desconocido Janeras a ser un olímpico de los más destacados y respetados: una breve historia de sus cuatro medallas en los Juegos

Montaje de las cuatro medallas de Llaneras. La Liga Sport
Con cuatro metales -dos de oro y dos de plata-, Joan Llaneras es el segundo deportista español en el ranking de medallistas olímpicos, detrás del piragüista David Cal, con cinco, aunque superándole en número de oros: solamente otros cinco españoles -Saúl Craviotto, Gervasio Deferr, Theresa Zabell, Rafael Nadal y Luis Doreste, casi nada- han conseguido sumar dos títulos olímpicos como el de Porreres.

Un currículum que se completa con sus siete títulos de campeón del mundo -cuatro en puntuación, 1996, 1998, 2000 y 2007, y tres en madison -1997, 1999 y 2006- y otras cinco medallas mundialistas, y que le convierten en una leyenda. Pero es mucho más, en una de las voces más respetadas del deporte español… aunque muchas veces su carácter discreto, pero sin tener pelos en la lengua, le hayan supuesto un papel secundario hasta su definitiva consagración. Por ejemplo, siempre me acordaré de que, cuando ganó su primer oro, en algún lugar apareció su apellido escrito como Janeras, aunque ya había sido cuatro veces campeón del mundo.

Con otra destacada depotista balear, Isabel Fernández,
posando con su primera medalla. Foto: Olímpicamente Baleares
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Pocos saben que Llaneras ya estuvo como suplente para Seúl 1988, antes de pasar a profesional de carretera con la ONCE, y volver a los velódromos de cara a los Juegos Olímpicos de Atlanta, donde fue quinto en persecución por equipos -en los únicos Juegos, y en una de las escasas veces en que ha participado en esta disciplina- y sexto en la puntuación, la que sería su prueba talismán.

De la decepción de Atlanta a las nubes de Sidney

La primera la conseguí gracias a la decepción que tuve en Atlanta, en mis primeros Juegos Olímpicos, y en donde supe que podía haber ganado una medalla. Me fui con la rabia de no haber ganado esa medalla, cuando supe que podía haberla conseguido. Durante cuatro años estuve entrenando, pensando en la revancha, en los Juegos de Sidney para poder estar en el podio. Allí llegué ya con cuatro títulos de campeón del mundo, con la presión de ser el favorito”, comentaba hace tiempo en ‘Olímpicos para la historia. Una presión que, en su caso, lejos de ser un lastre fue un aliciente más.

Y aunque “de todas las medallas, todas son especiales y de todas guardo un recuerdo muy, muy bonito”, comentaba la pasada semana en ‘Camino al Olimpo’, en Eurosport, dos detalles sobre la primera. Primero, que fue la que más tiempo disfrutó, “porque a falta de 20 vueltas sabía que tenía la carrera ganada, salvo que tuviera algún percance. Por eso me puse delante, para no correr riesgos”. Y segundo, porque fue la que más tiempo celebró, en una anécdota no demasiado conocida. “Cuando acabé la carrera, me puse a dar vueltas por la balaustrada, soñando, viviendo el momento, recordando los buenos momentos y los malos, la gente que me había ayudado, que había estado a mi lado, pensando en ellos… tres, cinco minutos, hasta que los árbitros me hicieron bajar… de las nubes”.

Original grabado de Llaneras en su perfil de Facebook

Tensión y reivindicación

La segunda en Atenas llegó en un momento en que había tenido muchos problemas con la Federación. Llegaba, creo yo, con pocas opciones de hacer una medalla. Y lograr la plata fue un éxito inolvidable. Fueron los primeros Juegos que la familia estuvo conmigo, un grupo de amigos, y lo viví muy intensamente”, comentaba sosegadamente en ‘Olímpicos para la historia’, aunque lo cierto es que aquellos días fueron bastante tensos, con dos posturas contrapuestas, y que básicamente se resumían en lo siguiente: Llaneras quería correr la madison con Isaac Gálvez, con quien pensaba que podía tener más opciones, mientras que la Federación apostaba por Miquel Alzamora, que había competido en las pruebas clasificatorias y no por el catalán, que no lo había hecho. Además, el técnico de Llaneras, Toni Cerdá, tampoco estaba en Atenas.

Es una medalla reivindicativa, sí. En la Federación no hacen caso de mis peticiones y eso es muy triste. Me siento injustamente tratado y he pasado por momentos malos. Quizá por eso esta plata me sabe mejor que el oro de Sydney, porque he demostrado que sigo siendo competitivo, que he hecho bien mi trabajo. He llegado a un punto que ya no tengo récords que batir ni metas que cumplir, simplemente me gusta lo que hago y no necesito otras motivaciones”, manifestaba en El Mundo Deportivo Llaneras, en aquella época residente en Montagut (Girona), el pueblo de su mujer, Eva. Con 35 años, no se planteaba la retirada: “Si mantienes la ilusión, unos amigos con quienes salir a entrenar, el apoyo de tu familia y te lo pasas bien yendo en bici, los años son lo de menos. Pero no es ahora el momento de tomar decisiones. Dentro de un mes, con la cabeza fría y tras consultar con mi familia, veré qué camino tomo”.

Y el camino fue seguir: el hecho de poder volver a competir con Isaac Gálvez en el siguiente ciclo olímpico fue un nuevo aliciente, y más cuando en Burdeos 2006 lograba un nuevo arco iris, aunque desgraciadamente se truncó con el fallecimiento del catalán en los Seis Días de Gante, a finales de noviembre de ese año. Llaneras, lógicamente muy afectado, sí se planteó entonces la retirada, aunque el Mundial de Palma 2007 fue lo que le decidió a continuar, para homenajear a su compañero y amigo. Y de allí, hasta Pekín, sólo quedaba un año, el último año.

Galvez, siempre en el recuerdo. Foto: Román Mendoza

"La despedida soñada"

El año pasado corrí en Palma en unas circunstancias muy especiales e íntimas. En este caso, los Juegos también tienen un significado para mí ya que serán mis dos últimas carreras oficiales. Por ello quiero disfrutar y si llega un buen resultado en forma de medalla, mejor. Esa es mi intención. Sobre todo, no me gustaría retirarme dando una mala sensación. El resultado es algo secundario, en una prueba tan complicada como ésta. No obstante, aspiro a todo”, indicaba en una entrevista realizada para la Federación pocos días antes, señalando que su apuesta era más la puntuación que la madison, ya que tras haber encontrado en Carles Torrent un buen ‘socio’, la fractura de fémur de éste en junio, pocos meses antes de los Juegos, obligó a tener que recurrir a Toni Tauler, con el que apenas había competido al más alto nivel. 

“En los Seis Días es normal que te toque con parejas con las que nunca has estado. No es la situación ideal, lógicamente, pero no renunciamos a nada. Vamos a salir a por todas, a disfrutar con la prueba, y ver si las circunstancias de carrera nos permiten quedar lo más arriba posible. Está claro que nuestra táctica debe ser la de correr a la contra, de reservarnos, que sean otros los que endurezcan la prueba, y esperar a los 20 kilómetros finales, cuando la gente comience a estar cascada, para jugar nuestras bazas”.

Por supuesto que Llaneras fue capaz de despedirse en lo más alto, con otras dos medallas olímpicas más. Una de oro en puntuación, 'con' Gálvez.Me he acordado mucho de todos los que están aquí, los que han venido a apoyarme, pero me he acordado mucho más de los que no están. Lo único que me faltaba en mi palmarés era ganar una medalla con Isaac y ésta es como si la hubiera ganado con él”, indicaba tras llevarse el triunfo en la puntuación.

La otra, con un Tauler tremendamente sincero. "He hecho simplemente lo que me ha dicho Joan. El mérito es suyo, yo simplemente he estado ahí y he cumplido lo que me han dicho. Cuando hemos ido a ganar vuelta iba fundido, pero he sacado todo lo que tenía dentro”.

Todo ello para que Llaneras tuviera como manifestaba tras la carrera “la despedida soñada”, aunque fue unos días después, en la ceremonia de clausura cuando pudo poner la guinda olímpica, ejerciendo como abanderado del equipo olímpico español.

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