Aunque fue tras la disputa del Mundial de Cascaes cuando la UCI las ha hecho públicas, no han tenido nada que ver los resultados de este evento para la adjudicación de las cuotas de paraciclismo por país de cara a los Juegos de Tokio, ya que se cerró algunas semanas antes, tras la celebración de las dos mangas de la Copa del Mundo.
En el caso de las féminas, 75 plazas,
con cuotas máximas para Gran Bretaña y Estados Unidos, con seis, y España no
estará entre los 26 países representados, salvo que obtenga alguna de las
cinco invitaciones.
Establecidas las cuotas, cada país
determina los ciclistas que cubrirán esas plazas, tarea que siempre es difícil
y muchas veces ingrata, sobre todo en países como España, que, a pesar de
tener el máximo posible, tiene bastantes más aspirantes que esos diez ‘huecos’.
Pero en la decisión del seleccionador -de
Félix García Casas, pero también de cualquiera de los técnicos implicados-
pesan dos circunstancias que le dan un tinte de injusticia a los Juegos
Paralímpicos.
Una factorización que también se
aplica a los triciclos o a los handbikes femeninos -no a los masculinos- en las
competiciones contrarreloj… aunque es más grave en determinadas pruebas en
línea donde varias categorías compiten juntas, por una sola medalla, y sin ningún
factor corrector, por lo que lógicamente están lastradas las de mayor
discapacidad.
El segundo elemento es que la
participación es combinada, con una sola lista para carretera y pista.
Un paraciclista elegido puede intervenir en ambas disciplinas y posiblemente
algunos tengan posibilidades en los dos escenarios. Sin embargo, no es así en
muchos casos. Primero, porque triciclos y handbikes solo pueden competir en
ruta. Y segundo, porque aquellos paraciclistas -tandems y bicicletas- especializados
en pruebas cortas, como el kilómetro o incluso la velocidad por equipo- si
compiten en carretera será exclusivamente para cubrir el expediente.
Dicho de otra forma, elegir a un
corredor no depende sólo de su potencial en su discapacidad, sino el de rivales
de otras categorías a los que no se enfrentan nada más que un solo día en
cuatro años. Y además, la apuesta por un determinado tipo de ciclista puede recortar
sensiblemente no sólo las posibilidades, sino también la presencia en otras
disciplinas.
Creo que el sistema merece una profunda
reflexión de cara a París 2024.
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