Echando un vistazo a la participación y al palmarés de ediciones anteriores, lo primero que se destacan son las ausencias, sobre todo la de Kristina Vogel, que estaba llamada a ser la reina de los Juegos, y cuya carrera fue radicalmente cortada por ese accidente que la ha relegado a la silla de ruedas.
Por lo demás, hablar de favoritas es hacerlo con toda la reserva del mundo ante el año y medio en que no ha habido una competición en que se hayan dado cita todas ellas. Si tomamos como referencia el Mundial de Berlín, obviamente Emma Hinze, doble campeona, bien respaldada por Lea-Sophie Friedrich pueden aspirar al máximo, como hicieron entonces. Junto a ellas, alguna veterana que sabe que es su última oportunidad, como la hongkonesa Sarah Lee Wai Sze, doble campeona universal en 2019, pero que el año pasado cedió ante las alemanas. O la británica Katy Marchant, que con el bronce en Rio ratificaba ese ‘crecimiento olímpico’ de los británicos. O la china Tianshi Zhong, ‘desaparecida’ en el presente ciclo olímpico, pero que ya demostró en 2016 su potencial. Incluso la veterana Simona Krupeckaite en sus quintos -¿y últimos?- Juegos y Kaarle McCulloch, que tendrá que defender en solitario el honor australiano.
En todos los casos hablamos de corredoras
capaces de brillar tanto en la velocidad como en el keirin, donde
siempre cabe una mayor dosis de sorpresa. Y en concreto para esta prueba
añadiría a algunos nombres específicos. Por un lado, las neerlandesas
Laurine Van Riessen -sobre todo- y Shane Braspennicx, que han apostado por las
pruebas individuales y es en esta donde se desenvuelven como pez en el
agua; por otro la coreana Hye Jin Lee, actual subcampeona del mundo. La
estadounidense Madalyn Godby es otra especialista a tener en cuenta.
- Hinze, celebrando uno de sus títulos en el último Mundial. Foto: UCI Track
- Triunfo de Sarah Lee en el keirin de Pruszkow. Foto: UCI Track
- Con la medalla de oro de los Juegos Panamericanos, Kelsey Mitchell. Foto: Juegos Panamericanos
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