En TVP Sport, reconocía en un alarde
de sinceridad que todo ha sido un problema psicológico. “Debo admitir que la psique se ha derrumbado. Estaba
paralizado por el estrés. Al principio, no era yo mismo. Después
del tiempo de 200 metros, en la clasificación para la velocidad, supe que algo
andaba mal. No podía controlar mi bicicleta. Mi entrenador intentó
calmarme, pero estaba muy presionado. Vine a Tokio a luchar por una medalla y
se acabó. Quise recomponerme para luchar por el keirin, pero tampoco pudo
ser”.
Reconoce que minusvaloró el aspecto
psicológico. “Más de una vez, me reí cuando otros decían que estaban consumidos
por el estrés en los Juegos Olímpicos, aunque eran campeones del mundo. Ahora
he sentido lo mismo. Sé al menos qué mejorar para París. De momento no
quiero hablar con nadie. Estoy devastado”.
Un ciclista, que como ya hemos recogido en nuestra serie Estrellas Olímpicas, aspiraba a convertirse en el primer ciclista insulinodependiente en subir a un podio olímpico. De momento tendrá que esperar, pero por la clase que atesora puede hacerlo dentro de tres años, en París.
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