Aprovechando las últimas horas en Tokio, una vez pasados todos los trámites para salir del país -bastante más sencillos y rápidos que los de inmigración-, me gustaría compartir con vosotros algunos aspectos de mi experiencia paralimpica japonesa aunque no estén vinculados al ciclismo en pista, que es el tema de esta web, pero que indirectamente hayan sido la causa del parón informativo de TrackPiste en estos últimos días.
Un trabajo que algunos días nos ocupaba muchas horas, teniendo que levantarte la mayoría de los veces entre las dos y las cinco -las pruebas de triatlón o la maratón comenzaban a las seis y media-, con jornadas que a veces se prolongaban durante casi doce horas.
Todo esto lo comento no por hacerme la víctima -todo lo contrario, por todo lo que he aprendido y disfrutado-, sino simplemente para que entendáis la imposibilidad de escribir sobre el Mundial de pista junior estos días: si la retransmisión coincidía con tus horas de sueño, si cuando te levantabas y pensabas que podías escribir algo, te encontrabas con un sistema informativo lleno de fallos y carencias que te obligaba a tardar muchos minutos en localizar una información que en otras circunstancias puedes elaborar en bastante menos tiempo, y pensando que enseguida estas metido en tu faena y te tienes que olvidar durante muchas horas… De ahí mi decisión: si no puedo hacer la labor que me gusta hacer, prefiero no meterme en ello. Ya esta semana retomaremos el pulso con lo sucedido en El Cairo, que tiene bastantes aspectos interesantes que desmenuzar.
Sin embargo, el aspecto que más me ha llamado la atención es que la mayoría de las pruebas duraron demasiado. En un recorrido muy selectivo y bajo unas condiciones climatológicas durísimas por la lluvia, sobraron algunas vueltas en la mayor parte de las carreras, que estaban ya decididas muchos minutos atrás. Si bien en el ciclismo en carretera, los kilometrajes altos, mejor dicho adecuados, sí son un factor decisivo -la diferencia entre un Mundial y cualquier otra carrera son esas dos ultimas vueltas-, ya he tenido la ocasión de comprobar que pruebas de BTT, ciclocross o ahora paraciclismo pueden perder todo su interés -salvo para los muy enganchados- por culpa de aplicar los reglamentos de una forma estricta en lo que se refiere a la duración de las carreras.
Por cierto, y volviendo con la pista: Tantas veces hemos dicho que la pista española debería mirar y tomar ejemplo de lo que sucede en países como Gran Bretaña, Australia, Italia o Portugal -y es cierto, cada uno de ellos tiene mucho que ofrecer-, que nos olvidamos de un ejemplo mucho más cercano: nuestro propio paraciclismo. Los medios deportivos del ciclismo adaptado español son infinitamente superiores a los del ciclismo convencional, proporcionalemte hablando Y la cobertura informativa casi inmediata de todos los eventos en Tokio -en redes sociales, fotografías, videoentrevistas, crónicas…- se merece un diez, y la enésima reflexión sobre por qué no sucede esto en pista donde, por ejemplo, aún estamos esperando las opiniones de Sebastán Mora y Albert Torres tras sus actuaciones.
Lo dicho, es hora casi de embarcar, de echar una cabezada -tan larga como lo que me dejen dormir- en el avión y vernos mañana martes de nuevo en TrackPiste, después de haber podido estar por primera vez en mi vida ‘in situ’ en unos Juegos, y en un país profundamente humano como Japón.
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