Nacido en Francia, pero residente en
Bienne desde pequeño, su nombre se
asocia rápidamente a la pista, a pesar de que su palmarés sólo incluye dos
medallas de bronce, en persecución individual y por equipos en 1977 y
cuatro triunfos en los Seis Días de Zurich. Sus mayores éxitos llegaron en la carretera, con una trayectoria de
doce años como profesional, con dos etapas en el Giro de Italia, aunque su
talla de rodador quedó evidente plasmada en dos triunfos en el otrora prestigioso Gran Premio de las Naciones (1981
y 1983) y tres en el Trofeo Baracchi
(1981, 1982 y 1983), donde fue uno de los primeros ciclistas en usar ropa y
bicicleta aerodinámica, aunque antes de ello, en 1977 y en el velódromo de
Zurich, batió el récord de la hora
amateur (46.745 kms). Una lástima que en aquellos tiempos no hubiera aún
Mundial contrarreloj.
"Me
sentí más un educador que un entrenador", confesaba
en ‘Tribune de Geneve’. “No hay angustia ni un gran vacío, como
podría haber experimentado a los 35 años, cuando terminé mi carrera como
corredor”., para añadir que “más que nostalgia, siento el placer de poder tomarme un tiempo para mí y para mi casa
en Leysin, en un estado bastante lamentable". También es interesante su
reflexión como técnico: “Tuve una
experiencia global, una visión bastante amplia del ciclismo. Antes, era
bueno o no malo en todas las áreas. Ahora no me he vuelto lo
suficientemente bueno en todos los campos. Hoy en los equipos grandes hay un especialista para cada aspecto. Es
más eficiente que una persona solo, pero ya no es lo mío".
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