Su origen bretón le garantizaba un buen número de
competiciones en su juventud -a veces incluso cuatro por semana- para
formarse como ciclista e incluso poder vivir de ello. Estas ‘kermeses’ tenían extensión
también en los velódromos, bastante abundantes en la región, y en ellos
-avalado por su enorme potencia- pudo forjar sus condiciones de rodador, de
persecucionista. En 1974 se proclamaba campeón bretón de persecución y del
kilómetro, ratificando el primer título en el Nacional, aunque tuvo que ser
con unas ruedas que le prestó el entonces seleccionador Daniel Morelon.
Ello le valió la llamada para acudir con la selección
al Mundial de Montreal, aunque quedó muy lejos de los mejores en la persecución
amateur, la única prueba que disputó. Curiosamente fue la primera vez que
intervino con una selección francesa, mientras que en carretera no se estrenó
hasta final de año… cuando ya había decidido pasar a profesional, ante el
peligro de que fuese retenido en esa categoría pensando en los Juegos Olímpicos
de 1976. Ya como profesional, volvió a ser campeón nacional de persecución
en 1975 y 1976, sin que volviese a la pista en años sucesivos.
También nos encontramos que, pese a sus orígenes
pistards, no le gustaban demasiado las pruebas de fondo. “Cuando participaba
en madison, no tenía la suficiente técnica. Donde no llegaba mi maña lo suplía
con la fuerza. Como resultado de ello sufría constantes episodios de
inflamación en las rodillas. Por eso no me gustaban las carreras de seis días”,
refiriéndose a la tensión que le producía en las rodillas los momentos del relevo, y que tantos problemas le causaría posteriormente en su carrera.
Es curioso, pero esa aversión también se trasladaba al momento de rodar en
pelotones amplios, sobre todo en sus primeros años, debido a su escasa
experiencia en categorías inferiores.
¿Y el récord de la hora? Según nos cuenta Fottheringham, plantearon
afrontarlo en 1978 y 1979, aprovechando la forma del Tour. Sin embargo, el
bretón reconoce que “a estas alturas del año no te pones a pensar en el récord
de la hora. Todo estaba preparado, menos yo”. Y es que no disputar los
otrora lucrativos critériums y no poderse preparar para el Mundial era algo que
no entraba en sus planes.
Sin embargo, en 1980, Hinault disfrutaba de unas horas
de asueto con Merckx plasmadas en un paseo en tándem y una conversación con el ‘Canibal’
en la que se trató el tema del récord de la hora, como nos muestran estas
imágenes de la RTBF… y la definitiva renuncia del bretón.
Independientemente de estos aspectos menores de Hinault
como pistard, el libro ‘Hinault. El Tejón’ tiene el gran atractivo de haber
sido escrito por el hombre que ya había publicado ‘Merckx, Le Cannibale’,
publicado también en España por Libros de Ruta con el título de ‘Merckx: mitad hombre, mitad máquina’, y en el que la comparativa entre los dos
supercampeones nos muestra una teoría bastante interesante, sobre la que no os
desvelo más. ¿Ha sido Hinault el ciclista más fuerte de la historia?
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