Montaje recordando su última plusmarca |
Recientemente, el pasado 2 de
noviembre, se cumplían 25 años de la primera tentativa, y José Luis
Sorolla, periodista, aficionado a este tipo de historias ciclistas y, sobre
todo, amigo, recordaba en EFE aquellos momentos… y nos ponía en el camino
para hablar con el zaragozano, en unos días en los que se encuentra
convaleciente de una “caída tonta, en el carril bici, con un golpe en la cadera
que no parecía nada, pero me originó problemas en el trocánter y en los tendones
y que me está llevando a un descanso de un par de meses”. Y es que, a sus 51
años, aún sigue montando a su aire, ya sin competir, aunque no queda demasiado lejos su
última iniciativa para volver a afrontar el récord.
Para los que no te conozcan ¿quién es,
o, mejor dicho, quien era Javier Castañer en 1996?
Era corredor aficionado, pero de
los que tienen que compaginarlo con diez horas de trabajo. Salía a entrenar
con un sándwich y los fines de semana mientras que los compañeros de trabajo
descansaban, yo me embarcaba en la competición. No tuve malos resultados,
pero llegué tarde. Estuve tres años en el CAI y el último año, en 1996,
como independiente, también hice algunas cosillas, aunque ya estaba en el
declive de mi carrera. Fue entonces cuando me planteé batir el récord aragonés
que había logrado un par de años antes César Latorre.
25 años se cumplieron a principio de mes de su primera marca, en un velódromo tan 'duro' como el de Zaragoza |
Es algo que he tenido siempre en la
cabeza, desde los tiempos de Moser, diez años antes. Pero, sobre todo, me
impactó el de Indurain. Era una prueba que me encantaba. Y no es porque sea
maño, pero se me metió en la cabeza que podía hacerlo, y como corredor me
cuidaba mucho, a por ello me lancé. Sin apenas preparación específica, eso
sí, porque sólo entrené quince días, aunque yo siempre había llevado mis
propios entrenamientos. Lo hice más con ambición y ganas que con una adaptación
para esta prueba.
Sin preparación específica, pero con ambición y ganas... y la
bicicleta de Rominger
A pesar de lo que nos cuentas, en lo relativo
al material sí que contaste con una buena bicicleta, la que usó Toni Rominger
para preparar su récord pocos años antes. ¿Cómo la conseguiste?
Tenía un amigo con una tienda y contactó
con Pedro Muñoz, el ex corredor que llevaba Colnago en aquella época en España,
y conseguimos la bicicleta. Era de mi misma talla y sólo tuvimos que subir
la tija, porque la posición de Rominger era muy baja, y los acoples, aunque en
este caso con el poco margen que te da el reglamento. Era una bicicleta
fantástica, que una vez lanzada, volaba, pero que había que ponerla en marcha
y para eso hace falta patas y patata.
Un momento de la segunda tentativa |
No había hecho nunca nada así, pero sí
había leído bastante sobre el récord y además tenía el culo pelado de correr.
No teníamos potenciómetro ni nada parecido, que eso ahora ayuda mucho, pero
los tiempos estuvieron por debajo de lo esperado. Además, acabé muy entero.
Lo que más me preocupaba era el viento, ya que se levantó un día muy malo.
David Cañada (qepd), que era mi mejor amigo, estuvo allí animándome, diciéndome
que por la tarde pararía el viento, como así fue.
Los siguientes meses no te quistarte el
récord de la cabeza, hasta que el 14 de junio de 1977, en el mismo velódromo,
lo afrontaste por segunda vez. ¿Qué diferencias hubo entre los dos intentos?
La primera vez apenas entrené quince
días, por lo que no noté mucho los problemas del velódromo de Zaragoza. Es
una pista muy dura, con unas juntas de dilatación enormes. Llevar las ruedas a
diez kilos y medio de presión era horroroso, y la segunda vez, que entrené
bastante más, comenzaron los problemas, ya que cuanto tenía que apretar en los
entrenamientos, las ingles se me ponían rojas, me hacía rozaduras y terminaba
sangrando. Más de una vez fui con compresa al velódromo y en casa mi madre
me ponía filetes para bajar la inflamación, un remedio casero pero efectivo,
incluso hasta el mismo día del récord. Esta vez me preparé mejor y llevé la
marca por encima de los 45 kilómetros (45,055), aunque como me pasó la vez
anterior, sabía que podía dar más. Y me lo ratificó José Luis Terreros, que
entonces era responsable del Centro Aragonés del Deporte –hoy en día director
de la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte- y que fue una
de las personas que más me ayudó.
¿Qué
hubiera pasado con el plato de 55 que no llegó?
Juntando dos refranes a priori
antitéticos, ‘no hay dos sin tres’ y ‘a la tercera va la vencida’, llegaría una
nueva tentativa pocos meses después, el 13 de septiembre, pero ya en un
velódromo mucho más adecuado como el Luis Puig valenciano. ¿Cómo fue la tercera
intentona?
Tercer intento, en el Luis Puig |
En todo caso, casi 189 vueltas al
velódromo valenciano que suponían una marca de 47,102, que actualmente es la
segunda plusmarca española de todos los tiempos, detrás de la de Indurain. Pero
de nuevo, no quedaste del todo satisfecho, ¿no?
Acabé Valencia también con motor,
rodando los últimos diez minutos a 192 pulsaciones. Y no es que me quedase
con ganas de hacerlo otra vez, pero sí haciéndome muchas preguntas, como
por ejemplo que hubiera pasado de haberme llegado el plato de 55. Y aunque
soy un tío duro, el record es un gran esfuerzo físico, pero sobre todo mental,
por conseguir todas esas cosas que hacían falta y que me llevaron bastante
tiempo en los tres intentos. Curiosamente es ahora, con el paso del tiempo,
cuando estoy más contento de lo que conseguí, le doy mucho más valor ahora,
ya que era un amateur sin apenas medios.
Una marca
que no aparece… y desaparece como récord
Y desgraciadamente, la marca no tiene
consideración de récord. Primero, porque la Federación Aragonesa no tramitó la
documentación, ¿no es así?
Hice todos los trámites, con los
árbitros que me exigían, con el control antidopaje. Pero veía que la marca no
aparecía por ningún lado y me dijeron que fue porque no se envió el acta. Ya
tenía bastantes cosas en la cabeza para preocuparme de que otros hicieran lo
que tenían que hacer. Pero la marca está ahí.
La segunda, la decisión de la UCI
pocos años después de revisar la validez de las bicicletas usadas para esta
prueba, anulando como récord de la hora las conseguidas con máquinas como las
de Graeme Obree, Chris Boardman, Miguel Indurain… y, claro está, la de Toni
Rominger, la tuya.
Una bonita imagen reciente del ciclista aragonés, vestido de época |
Sin embargo, tu ‘romance’ con el récord de la hora
no terminaba en esos años. En 2013, y ya como master 40, volviste a
planteártelo. ¿Por qué no lo llevase a cabo finalmente?
Las circunstancias ya no eran las mismas, pero
estaba elaborando un dosier para los patrocinadores, conseguir la bicicleta…
Pero se me juntaron algunos temas familiares y personales, y me produjeron
unas arritmias por estrés. No fue nada grave, pero tuve que dejar de pensar
en ello.
Pese a que ya no tienes esa vinculación directa con
el récord de la hora, sí sigues con atención las distintas tentativas, y te
lamentas de que no haya jóvenes que quieran afrontarlo. ¿Por qué crees que
nadie lo intenta?
Es una prueba del estado del ciclismo en nuestro
país, que cada vez tiene menos repercusión. Y la gente no se atreve a realizar el sacrificio sin
tener esa garantía. Son varios meses de preparación que la gente no está
dispuesta a hacer. Y luego está el esfuerzo, que son 60 minutos al límite y
hay que ser muy fuerte en todos los aspectos físicos y mentales.
Una
lástima, y sobre pensando en un ciclista que, a modo de despedida tras la
entretenida charla, nos resume su filosofía: “No hay nada imposible, solo si no te lo propones”
Fotos, cedidas por Javier Castañer
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