Más de 35 pistards españoles se dieron cita, entre representantes de una veintena larga de países, el pasado fin de semana en el Trofeo Internacional Municipio de Anadia, prueba internacional de clase C1, que fue, un año más, un ejemplo de lo bien que se realizan las cosas en el país vecino, mostrando un ejemplo un camino que desgraciadamente el ciclismo federativo nacional no quiere tomar.
Teniendo en cuenta, como decíamos, la estructura piramidal
del ciclismo en pista y que este tipo de pruebas son fundamentales para
participar en la Copa de las Naciones, que luego determina la presencia
mundialista y en última instancia, la olímpica, ¿qué le costaría a la
Española apoyar logísticamente a estos corredores en este u otros eventos a los
que van a tener que ir? Por no hablar de aquellos que se quedaron en casa
porque, a día de hoy, sigue sin conocerse la planificación de la temporada.
Gran Bretaña, Países Bajos e incluso Dinamarca estuvieron
presentes con distintas formaciones pero con la estructura e
infraestructura de sus selecciones porque son conscientes de lo que se juegan.
Una idea que se ha propuesto trasladar a España y ha sido
acogida con suma tibieza por el organismo federativo, con la promesa de que
va a haber una ayuda económica a los organizadores…. pero ninguna
implicación directa. Vamos, que la Federación Española no va a ser como la
Portuguesa, dejando al ciclismo en pista a su suerte, o a la de iniciativas
como el GP Barcelona-Fiorenzuola o la prueba que quiere organizar la Gipuzkoana, que junto al Trofeo Ciutat de Barcelona, serán las únicas pruebas
internacionales, algo especialmente grave porque ya no hay un calendario
nacional en categoría élite, tras haber dejado morir la Copas de España, mientras
que para los juniors solamente queda una Liga de Pista, de la que siempre hemos
cuestionado su utilidad en el esquema actual.
En fin, que no hay peor ciego que el que no quiere ver,
aunque el ejemplo de Anadia sea muy visible, aunque solo sea por lo cerca que está.
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