Uno de los elementos más característicos de la Gipuzkoa Pista Saria es la colaboración, incluso podríamos decir complicidad, del Jurado Técnico. No se trata sólo de competir sino también de aprender. Y en este sentido, la prueba donostiarra es un modelo que hemos querido conocer más de cerca, de la mano de Miguel Echezortu, el flamante comisario internacional de pista, que lleva de una forma y otra ya 25 años ligado a esta challenge y que en este 2021-22 ha estado en todas las pruebas “salvo en un par de ellas, por coincidencia con otras pruebas en las que tenía que arbitrar”.
En modo profesor |
Luego, ya metidos en competición, “procuramos
evitar las sanciones y las expulsiones, salvo en casos muy graves. Si hay
corredores que provocan un riesgo o que con su comportamiento falsean la
carrera, les llamamos aparte y les advertimos de lo que han hecho mal, pero fundamentalmente
para que lo aprendan y no lo repitan”.
Esta edición tenía además un escollo
adicional. “Empezamos con algo de miedo, si se puede decir así, después de dos
años sin pista. Muchos juveniles no habían competido de cadetes y pensábamos
que se podía notar. Afortunadamente todo fue mucho mejor de lo que esperábamos”.
De la teoría a la práctica |
Por si fuera poco, la jornada del último
día fue un colofón a este proceso de aprendizaje. “Todos disfrutamos un
montón, con pruebas que no son habituales, pero a las que los chavales se
adaptaron muy rápido, como la madison-eliminación. No hubo incidentes, ni
caídas, que es lo más importante”.
Otro de los elementos reseñables de
esta última Gipuzkoa Saria fue el cambio en la organización, de un equipo que
levaba muchos años, a otro nuevo que se ha estrenado de forma notable. “Tener
foto finish y transponders nos quita mucho trabajo. Con el vídeo nos ha
permitido ser mucho más ágil, y pasar más rápidamente de una prueba a otra,
si tiempos muertos mientras hacíamos las clasificaciones. El trabajo de
secretaría ha sido notable”.
En Grenchen, en su examen como Comisario UCI Facebook Miguel Echezortu |
Un aprendizaje que se ha plasmado en la obtención
de la máxima categoría arbitral, como comisario UCI de pista, en la Tissot
Challenge hace escasamente un mes. “Acostumbrado a estar en un velódromo
como el de Anoeta, de 285 metros, Grenchen, de 166 metros, es una locura, ya
que son 10 segundos por vuelta, en vez de los 18 de Anoeta. Pero una vez
metido en carrera, cuando tienes una situación, y piensas en cómo lo harías, la
respuesta es la misma, como lo habría hecho en Anoeta, aunque también nos viene bien para saber cómo se hacen las cosas en otros sitios, y más cuando compartes equipo con comisarios con tanta experiencia”. Ya con la
comunicación oficial de su nueva categoría, “me estrenaré como presidente
del Colegio de Comisarios en el Campeonato de España de madison y ómnium.
La pena es que este estreno no será en Anoeta, sino en Mallorca, aunque es otro
velódromo al que le tengo mucho cariño”.
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