Con ocasión de la demolición del velódromo de Madrona, el pasado mes de octubre se publicó en esta página un post titulado “El particular ciclo vital de los velódromos españoles: nacen (mal), (no) crecen, se reproducen (los problemas) y mueren (abandonados)”. Un artículo en el que se señalaba, aparte de otros males comunes relativos a la concepción de estas instalaciones, los problemas derivados de la falta de gestión de un velódromo, a la vez que recordaba la oportuna publicación de la Federación Francesa para ‘animar’ estos recintos.
Velódromos llenos, pero de ciclistas |
Parece de Perogrullo, pero se olvida muy a menudo. Y
la causa última de esta situación es que gran parte de los velódromos son
municipales y no pertenecen a entidades deportivas supramunicipales. Es
decir, están regidos por técnicos o políticos cuyo interés no es nuestro
deporte, sino que se preocupan de su público, de sus 'accionistas'… o incluso
de su propia estabilidad en el cargo. Y un velódromo es un bien escaso, que no solamente da
servicio a ese municipio donde se ubican, sino que debería darlo a muchas poblaciones y personas
más.
De tener esta percepción más amplia o ser muy corto de miras depende que un velódromo se llene de ciclistas o que solamente haya otros deportistas, y los pistards salgan despavoridos y lo abandonen definitivamente, Por ello son cada vez sean más una ‘rara avis’, lo que puede llevar a nuestro deporte a la definitiva extinción en España.
Claro
que todo ello se comenzaría a solucionar, o por lo menos a cambiar la mentalidad, con un ‘Plan Nacional de velódromos’, en donde
se contemplasen desde una perspectiva única todas las pistas nacionales, independientemente
de su titularidad. Y que se trazase un plan para su utilización coordinada según sus características:
desde la promoción al alto nivel, desde competiciones locales hasta
internacionales, desde el uso individual a cualquier nivel a las concentraciones de la selección
nacional.
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