Con Juanjo Lobato y el mecánico José Carlos Sánchez, quien también estuvo en la selección. Foto: Facebook SCV |
¿Cuál es tu experiencia como ciclista?
Corrí hasta junior, compartiendo equipo con
Mario Lara y Jesús Rosado, que llegaron a profesionales con Kelme, pero yo lo
dejé. Éramos cinco hermanos y en casa no había dinero para poder mandarme a un
equipo al Norte, que era lo que tenías que hacer si querías seguir compitiendo
con nivel. Se me quedó esa espinita. Pero mi padre me dio todo lo que pudo y
afortunadamente pude seguir como técnico.
¿Llegaste a competir en pista?
Imagen de su época de corredor, batido por Ramos Perdigones. Foto: SCV
¿Cómo pasaste a ser técnico?
Saqué los títulos de director y empecé a
echar una mano con las escuelas, porque en Chiclana había mucha afición. Empecé
a moverme en colegios, en los barrios, con el patronato y formamos una Escuela
Municipal, con 90 niños, de los que salieron corredores como Alberto Benítez,
Javier Estrada, Agustín Alonso. Ya con el velódromo comenzamos a hacer las
primeras competiciones provinciales y autonómicas, pero no sólo en pista, sino
que éramos multidisciplinares. Fue entonces cuando Mariano Sánchez -entonces
presidente- me llamó, pero para llevar el ciclocross. En 1992 me ofrecieron
seleccionador de pista, para sustituir a Pepe Alba. Empezamos a extenderlo por
toda Andalucía, y en 1997 presenté el proyecto para tener el primer Centro de
Tecnificación, que luego tendrían en otras autonomías. Fui su director hasta 2007,
cuando dimití de todos cargos, porque no estaba de acuerdo con la política de
base que se llevaba. Pero creo que hicimos una buena labor, con ciclistas como José Luis Carrasco, Jesús Rosendo, Antonio Olmo…
En su último Mundial como seleccionador Foto: Román Mendoza |
¿Haces ahora algún trabajo con la
Federación?
Solamente
estoy en la Escuela de Entrenadores de la Española, con el proyecto de
formación en biomecánica, y a nivel III, en el curso nacional, impartiendo esta
asignatura con Pedro José López Sánchez.
Trabajando en su centro de biomecánica. Foto: Facebook SCV |
Al único
ciclista que llevo es a Juanjo Lobato, pero porque tenemos una buena relación.
Y ahora mismo trabajo más con gente de triatlón, por ejemplo, el campeón del
mundo junior, Igor Bellido. Pero sobre todo desde la biomecánica. Se trata de
un aspecto básico en el rendimiento que ha cobrado mucha importancia en los
últimos años, como el entrenamiento de fuerza o la nutrición. Es algo básico,
ya que se trabaja en la fusión entre bicicleta y corredor no sólo para mejorar
el rendimiento, sino para evitar lesiones. Hay mucho trabajo en aspectos como
fisiología, podología...
Todo ello lo
llevo en mi propia clínica, SCV-Wiva
Lab, en un centro de 200 metros cuadrados en Sevilla,
concretamente en Castilleja de la
Cuesta. Trabajamos con deportistas, pero también con el Hospital Vithas, en Sevilla, o con el proyecto de I+D Cycling.
Volviendo a tu etapa como técnico, ¿cuál era tu momento favorito cuando trabajabas?
En mi época
hacíamos muchos días de concentración, en los que tenías que planificar mucho
las cargas de trabajo de los corredores. Según ibas viendo que pasaban los días
y se iban cumpliendo objetivos. En ese momento, ver las caras de los
corredores, creaba un ambiente muy bueno, que se respiraba. Era esfuerzo de
todo un equipo, y era cuando te dabas cuenta de que el esfuerzo de estar tantos
días fuera de cada merecía la pena.
En el Mundial de 2002, sujetando a 'Villa'. Foto: Román Mendoza |
Aunque me haya dedicado fundamentalmente a
la velocidad, y es en donde he vivido las principales experiencias de mi
carrera, siempre me ha gustado mucho el fondo, por ejemplo, el trabajo con
equipos en la persecución. Sin embargo, la madison es la disciplina
fundamental. Cualquier entrenador que se precie te dirá que debe ser la primera
que se enseñe a los chavales: control de la bici, de los espacios, visión de
carrera… Con lo que aprendes cuando corres una madison puedes competir en
cualquier otra disciplina, incluida la carretera.
¿Qué recuerdo te ha marcado como técnico?
Tengo muchos
recuerdos bonitos, pero sobre todo cuando volví a ver a un recuperado Villanueva.
Es un ciclista que ha levantado velódromos y verle como subcampeón paralímpico
en Londres, después de todos los percances que había sufrido en su carrera, fue
un momento inolvidable. Por cierto, he tenido la suerte de vivir los tres
últimos Juegos Paralímpicos como comentarista en televisión. Con 21 años, en
los Juegos Olímpicos de Sydney, probamos a ponerle un desarrollo que nunca
había movido, en un enfrentamiento contra Rousseau. Cuando arranques no te
pares le dije. Y el me contesto que el francés tendría que levantarse para
ganarle. No lo consiguió, forzando un desempate que se llevó Rousseau por la
fotofinish.
Hablando con Escuredo. Foto: Román Mendoza |
Tanto 'Villa' como Escuredo, que fueron dos grandes corredores que se hubieran merecido el
arco iris, y dos excelentes personas. Por ejemplo, Escuredo vivió etapas muy
complicadas, pero gracias a su constancia y a su trabajo consiguió cosas muy
importantes.
¿Y un técnico que te haya marcado hayas
trabajado o no con él?
Heiko
Salzwedel, que entonces estaba con Dinamarca y luego se fue con Gran Bretaña.
Es la persona que mejor he visto organizando un equipo, dirigiendo todo el
trabajo de su selección. Y dando seguridad a sus corredores. En el aspecto de
la velocidad, Gérard Quentyn, que llevaba la selección francesa con Daniel
Morelon. Era el mejor, y tuvimos la suerte de que viniera a España para
impartir algún curso, algo que ahora necesitaríamos.
Y para terminar, y sin extenderte –que el tema
da para mucho-, ¿qué harías para mejorar la pista?
Siempre he
pensado que la pista debe ser una buena escalera, con un buen pasamanos, en el
que los chavales deben apoyarse para ir subiendo. Pero si falta algún escalón,
o están sueltos, los chavales terminan cayéndose en algún hueco. Ese el
problema de la pista, que faltan peldaños. Hay un trabajo de base con las
Territoriales, pero falta un calendario exigente que les abra las puertas de la
selección. Y sobre todo, que luego puedan vivir un tiempo al máximo nivel.
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