La posición y el material lo dicen todo... Foto: CyA |
A finales de siglo, la UCI cortó de raíz esta dinámica y
dijo más o menos que una bicicleta tenía que ser -y parecerse- a una bicicleta.
Y uno de los aspectos más afectados fue el récord de la hora, al borrarse
de un plumazo todas las marcas conseguidas con estos artefactos, desde las de
Francesco Moser en los ochenta hasta los récords de los felices novena, que
fueron relegados a la categoría de ‘mejor esfuerzo humano’.
El récord de la hora retrocedía a 1972, a los 49,341 de Merckx de los que anteayer celebrábamos su medio siglo de existencia, y
cualquiera que lo intentase en el futuro tendría que recurrir a una bicicleta
como la del ‘Caníbal’. A Boardman no le gustó nada esa tabla rasa y pocas
semanas antes de su retirada, en los Juegos Olímpicos de Sidney, se embarcó
en esta postrera aventura, tal día como hoy, 27 de octubre, pero en un
aniversario mucho menos redondo, concretamente hace 22 años.
‘El Profesor’, conocido así por su meticulosidad, eligió afrontar
su tentativa durante los Mundiales de Manchester, renunciando a los
beneficios de la altitud, pero garantizándose un lleno absoluto de paisanos
que le empujaron hasta batir el récord… que superaría por un puñado de metros.
Tuve la suerte de vivir ‘in situ’ ese momento y aún recuerdo las palabras de
Joan Llaneras. “Tiene mucho mérito recorrer casi 50 kilómetros con una
bicicleta de puntos, con un hierro”.
... sobre todo si se compara con la máquina con la que logró los 56,375 km. Foto: Wikipedia By Paul Hudson |
En un principio pensaba que hiciera la marca que hiciera, se
consideraría plusmarca mundial al comenzarse de cero, por lo que el propio
Hein Verbruggen tuvo que precisar que no, que la
marca que había que superar era la de Merckx.
El británico no cometió el error del belga, de salir a muerte. El primer kilómetro lo hizo en 1:17.8 y por el quinto pasaba en 6.04.0, unos tiempos bastante más normales en un esfuerzo tan prolongado. En el kilómetro 20 ya le había atrapado… pero no lograba superar su distancia. De hecho, a cinco minutos del final rodaba todavía con unos metros de retraso, y lo sabía, no como Merckx que no necesitó esforzarse en la parte final dada la amplia ventaja que le sacaba a Ole Ritter. Las últimas vueltas fueron apoteósicas, con el público empujando a su ídolo que llegaba a rodar por encima de los 51 kilómetros por hora y al final lograba mejorar la histórica marca de Merckx, aunque fuera por un puñado de metros: 49,441 a 49,341.
En 'The final hour' se recoge este récord de Boardman.
Aunque todo el mundo aplaudió el mérito del británico de
batir el récord, quedó la impronta de que era una marca casi imposible
sin apenas innovaciones tecnológicas de por medio, y ajena a la realidad
del ciclismo en ese momento. ‘The Hour’ dejó de ser atractivo y éxito de Ondrej Sosenka que lo batió cinco años más tarde fue más perjudicial que beneficioso. La UCI tardó en reaccionar y algunos años después flexibilizó
las normas de las bicicletas permitidas para el récord y sin llegar a las
extravagancias del siglo pasado, permitió básicamente las máquinas que se
usaban ya para cualquier contrarreloj, para cualquier persecución. Y la carrera
por el récord comenzó de nuevo.
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