Una de las obras del pintor Miguel Soro, un collage reproduciendo al belga en pleno récord de la hora |
La primera vez que se planteó la
tentativa fue precisamente en 1969, pero el grave accidente de Blois cortó de raíz cualquier intentona. Fue en 1971 cuando ya se comprometió en afrontarlo
esa temporada o en 1972, como una promesa a su patrón, Ambrogio Molteni, tras
no haber corrido el Giro. Pero se trataba de un objetivo al que no dedicó
demasiada planificación, y que tan sólo decidió a afrontarlo de forma
definitiva a finales de septiembre.
De hecho, Merckx quería haberlo
afrontado en el Vigorelli, el recinto donde campeones como Fausto Coppi,
Jacques Anquetil, Ercole Baldini o Roger Rivière lo habían batido, y donde no
tenía que realizar esfuerzos de viajes y tendría mayor repercusión,
especialmente para su patrocinador, Molteni. Lo visitó el 12 de octubre… pero
no le convenció el estado del velódromo milanés, por lo que se planteó la
alternativa de México, donde Ole Ritter había establecido la plusmarca
vigente (48,653) pero Ferdinand Bracke había fracasado estrepitosamente por no
haberse adaptado a la altitud.
Llegar a final de temporada en el mejor momento de forma
Y la preparación también fue bastante
simple: llegar a final de temporada en el mejor momento de forma y
aprovechar ese estado. Algo que entonces parecía muy lógico, pero que ahora
sorprende por la intensidad, ya que lo hizo tras 120 días de carrera y 50
victorias, entre ellas Milán-San Remo, Flecha Valona, Lieja-Bastoña-Lieja,
Giro de Italia, Tour de Francia, o Giro de Lombardía ese mismo año.
Curiosamente William Fotherighan refiere en su libro ’Mitad hombre, mitad máquina’ que un parón de diez días por una pequeña lesión en plena época de critériums
le preocupó por lo que podía suponerle de romper su estado de forma.
La bicicleta de la Estación Merckx del metro de Bruselas. Wikimedia Commons / David Edgar |
Una bicicleta revolucionaria por su ligereza
El aspecto más revolucionario del
récord fue la bicicleta fabricada por Ernesto Colnago, superligera, agujereando bielas, manillar, tija y otros
elementos para reducir peso, con radios de titanio o tubulares de 80 gramos,
para un peso total entorno a los 5,9 kilos, y un trabajo de más de 200 horas.
Una mezcla de tecnología y artesanía que se tradujo en dos bicicletas idénticas:
una que permanece en el Museo Colnago, y la otra, la que se utilizó, en la
estación de metro de Bruselas que rinde homenaje al ‘Caníbal’.
El viaje a México -21 de octubre- no le
supuso excesivos problemas de adaptación horaria -dicen que no durmió y que se
tomó un par de whiskys-, llegó de noche y la mañana siguiente probó el
velódromo, decidió salir con un 52x14 y esperó al día siguiente para
realizar su tentativa. Solamente que una tormenta torrencial dejó el velódromo
impracticable. Las lluvias continuaron para desesperación de Merckx que veía
que cuantos más días pasasen, más se podía resentir su condición física.
Por fin pudo volver a entrenar en la
tarde-noche del 24 cuando se decidió afrontarlo al día siguiente, pero muy
temprano, a las 8 de la mañana, cuando el aire -otro enemigo a tener en cuenta-
estaba totalmente calmado. Además, la hora coincidía más con su reloj
biológico, aún dependiendo de la hora europea.
En uno de los escasos entrenos que pudo hacer. Wikimedia Commons / Panini |
La táctica de cómo afrontar el récord fue otro de los factores en los que no se incidió demasiado. Merckx y sus asesores pensaron siempre en salir a tope, para batir los récords de paso intermedios… para horror de algunos antiguos recordmen como Anquetil o Rivière.
Podría haber superado los 50 kilómetros
La salida, en efecto, fue explosiva: menos de 1:10 en el primer kilómetro -una marca que entonces no había desmerecido a los especialistas en la distancia y 5:55 en el kilómetro 5 -otro registro digno de una persecución individual, que entonces los profesionales cubrían en esa distancia-. A los 20 kilómetros la diferencia con respecto a Ritter era de once segundos. Estaba claro que Merckx iba a batir el récord, pero sobre el minuto 40 comenzó a dar muestras de flaqueza, especialmente del 42 al 48, y aquello fue lo que le costó irse por encima de los 50 kilómetros. No obstante, hay que rendirse al final del belga, que recuperó sus mejores ritmos y terminaba en 49,431, rompiendo el récord anterior por 788 metros, el mayor margen desde comienzos de siglo.
Merckx descendía de la bici completamente roto, anunciando que no lo volvería a intentar, para atender posteriormente a los periodistas, con los que comentó que el 52x14 fue un desarrollo “demasiado grande, que no supuso problema durante cinco o seis kilómetros, pero durante una hora fue demasiado”, pero sin plantearse nunca si salió o no demasiado rápido. Tampoco se arrepintió de hacerlo en México, y pronosticó que su récord se terminaría batiendo, doce años más tarde.
Pero no le gustó nada que fuese Francesco Moser quien lo hiciera acompañado de todo su
aparato tecnológico. "Por
primera vez en la historia del récord de la hora, un hombre más débil ha
vencido a un hombre más fuerte". Sin
embargo, su plusmarca como tal, una vez convertidas en ‘mejores esfuerzos’ los récords
del italiano, de Obree, de Boardman, de Indurain y de Rominger, solamente pudo
ser batida 28 años y dos días más tarde, y apenas por diez metros, por el
inglés, lo que realmente puso en valor el registro del monstruo belga…. Y el del británico, aunque eso es otra historia.
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