La semana pasada, François Lamiraud, el director de pista de la FFC, publicaba un interesante tuit sobre la situación de los velódromos en Francia. En el mismo, se refería a la existencia de 129 velódromos o anillos ciclistas -pistas, para entendernos-, en Francia. “Ciertamente, el país del mundo mejor dotado. Pero, ¿cuántos ‘funcionan’ verdaderamente”, se preguntaba para terminar diciendo que “desgraciadamente muchos de estos “pedazos de patrimonio” están abandonados y corren el riesgo de sufrir la misma suerte.
El mensaje se acompañaba de una interesante
cartografía, que adjuntamos a este post, en la que desglosaba un poco más
la situación de estos velódromos:
- 119 en Francia metropolitana y 10 en ultramar
- 9 velódromos cubiertos
- 208 organizaciones, de
las que un 92% son de nivel regional, 5% de nivel nacional y un 3% de nivel
internacional
- 45% de los velódromos en Francia han recibido
al menos una competición en 2022.
- Y en el mapa se señalan los distintos tipos de velódromos y aquellos que han tenido una competición en el último año.
Pero la primera diferencia es que ni existe una
estadística de este tipo ni el más mínimo interés por realizarse. Cuando
elaboré la serie velódromos en España no me fue fácil determinar el número
exacto de pistas y velódromos en cada Autonomía, con datos muchas veces
inexactos o claramente desconocidos. Aun así, se pueden cifrar en 60-70 los
recintos que podrían acoger competiciones. Un número menor que el de
Francia, aunque de sobra suficiente si realmente existiera un Plan de velódromos. No obstante, habría mucho que decir sobre la distribución
regional de los mismos.
Y por otro lado, los velódromos españoles de más nivel
adolecen de un problema: todos tienen algún fallo. El que está bien
situado, no está bien construido; el que es de madera, no está cubierto o no
está en la península… Tanto es así, que la Federación Española comienza a
optar por Anadia para sus concentraciones, con muy buen criterio deportivo…
pero dejando en papel mojado todos los convenios con los velódromos de
Palma, Valencia o Galapagar y a las calificaciones de CEAR de los dos primeros.
Con todo ello, lo verdaderamente grave es que la mayor
parte de los velódromos nacionales no tengan otra actividad que el
entrenamiento de clubes y escuelas, más orientado a la formación de los
chavales que empiezan, en un recinto mucho más seguro que una carretera, que
el trabajo de formación del ciclismo en pista, el que les puede y debe hacer
crecer en esta disciplina o, en el peor de los casos, darle unas
herramientas de formación de cara a un futuro profesional…. en la carretera.
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