Ayer
terminaba en Valladolid una nueva edición de la Liga
de Pista. No vamos a entrar en analizar las conclusiones de esta serie de carreras,
que no competición, puesto que
son las mismas de años anteriores y
desgraciadamente seguirán siendo las mismas, mientras que siga imperando la
obcecación de la Española, y las Autonómicas no hagan otra
cosa que decir amén en esto del ciclismo en pista, muchas veces incluso de
los criterios de sus propios técnicos. Lo que escribimos
al final de la última edición, o
antes del comienzo de la presente temporada,
desgraciadamente sigue siendo válido.
El único aspecto en el que quiero incidir, porque tiene
consecuencias para otros eventos, es el del calendario. La masiva
presencia de cadetes en casi todas las mangas demuestra que hay ganas de hacer pista,
sobre todo si no hay otro tipo de competiciones de carretera. Pero como ha
sucedido con los juniors y con las féminas, en cuanto han aparecido las
carreras, de cualquier nivel, han desaparecido de los velódromos, algo por
otro lado que no debe sorprender a nadie, ya que son los equipos los que ‘mantienen’
a los ciclistas y de cara a un futuro profesional, la pista no puede ofrecer
nada en este país, aunque en carretera tampoco van a ser muchos los que puedan llegar
a lo más alto. Pero ese es otro tema.
Mientras que se siga programando la Liga de Pista en meses
como marzo, incluso en febrero, no habrá nada que hacer, cuando noviembre y diciembre pueden ser muy interesantes, aunque sólo sea como entrenamiento,
como se vio este año con la neonata Copa Alicante o se ve temporada tras
temporada con la Gipuzkoa Saria de Anoeta.
Lo más grave es que la tendencia de la Liga de Pista se va
a vivir en los Campeonatos de España. Este próximo fin de semana habrá importantes
bajas no sólo de profesionales, sino de élites y sub23 de un cierto nivel o de
destacadas féminas, que se ‘deben’ a sus equipos. Bajas perfectamente
comprensibles y justificables en las actuales circunstancias, con un
Nacional inmerso en plena temporada de carretera, que debería haberse
programado un par de meses antes, y con una estructura en la que no hay un ‘acuerdo’
con los ciclistas: yo te pido compromiso pero te lo compenso. Y si preocupante
es en Mallorca, más grave será en Valencia, en junio: a ver quien deja de
competir en carretera un par de semanas para preparar y competir en pista.
Un Nacional injustificable en dichas fechas, salvo que se conciba como un ‘mundialito’
más para preseleccionar los ciclistas sub23 de cara al Europeo de Anadia,
un mes más tarde.
Afortunadamente,
el Campeonato de juniors y cadetes tiene
la ‘protección natural’ de su programación en Semana Santa, aunque cada vez
se está extendiendo más el
‘efecto Pogacar’, con juveniles que quieren
llegar cuanto antes al profesionalismo, saltándose etapas de formación,
como puede ser la pista, camino que está condenado al fracaso en la gran
mayoría de los casos.
En definitiva, por mucho que la pista sea un complemento
ideal para la formación de un buen corredor de carretera, la compatibilidad
temporal de las dos disciplinas en complicada y más cuando quedan meses del año
en que la ruta no es competencia. Pero está claro que las bicicletas, de pista,
no son para el verano, ni siquiera para la primavera. Y es algo que también pasa, en distinta medida, a nivel internacional.
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