La celebración hoy de la mítica Lieja-Bastoña-Lieja, es una excelente ocasión para que L’Equipe publique un curioso reportaje sobre un hecho poco conocido por los aficionados, por lo menos por los más jóvenes: Como la París-Roubaix, ’La Doyenne’ finalizó muchos años en un velódromo, en el de Rocourt, en el centro de la capital valona.
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Fue el 22 de abril de 1973 cuando Roucourt acogió la última llegada de la LBL, en un día en el que todo el mundo daba por segura la victoria de Frans Verbeek, que parecía haber sorprendido a Eddy Merckx en un sprint más largo que la propia cuerda del velódromo… aunque la foto-finish demostró que ‘Canibal’ quien se llevaba el triunfo, aunque no quedó muy claro cuál de las dos líneas pintadas era la de llegada. Era el cuarto de su serie lo que le convertía en el récordman de la prueba, y aún añadiría uno más. Un año más tarde, el final de la prueba se desplazaba al centro de Lieja, al Boulevard de la Sauvenière, buscando una mayor presencia de público.
Este hecho posibilitó que pudiera acoger competiciones de
mayor importancia, entre ellas el Mundial, por primera vez en 1950 y
repitiendo como sede en 1957, 1963 y 1975, año en el que el catalán Miguel
Espinós lograba la medalla de plata en la prueba de mediofondo tras moto
amateur.
En 1986 fue cuando cambió de nombre, para homenajear a un
ex presidente del club. Sin embargo, no duró mucho: Los diversos problemas
en su estructura llevaron a su cierre y demolición posterior en 1995, aunque
los daños habrían podido ser acometidos con una simple reparación: se habla
de que había un trasfondo político-económico, para liberar la zona.
Pero la vida sigue. En la misma ubicación se encuentra
ahora un complejo de cines Kinépolis, donde se recuerda en una cervecería
la historia del FC Liégeois, que desde 1989 se llama Royal Football Club de Liège… y nada
de esas nueve ediciones de la LBL, que terminará esta tarde su 109ª edición en
el Quai des Ardennes.
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