Cómo afectará el aumento de 500 metros al kilómetro, la reducción de distancia en el scratch masculino y la nueva persecución femenina

Con ocasión de la equiparación de distancias aprobadas la pasada semana por la UCI, lo primero que me vino en mente fueron las palabras de Itmar Esteban y Helena Casas cuando les planteé esta cuestión hace más de cuatro años. Entonces era una elucubración, ahora estamos a año y medio de que sea una realidad.

La actual campeona del mundo de los 500 metros,
Taky Marie Divine Kouame, en el último Europeo

“En el kilómetro hay un componente final, en la última vuelta, de resistencia extrema al lactato que no existe en los 500 metros. En todo caso, si se quisiera transformar el 500 en una prueba donde influyera de la misma manera esa resistencia al lactato del kilómetro, creo que la medida femenina serían los 750. Pero la pregunta es: ¿queremos una prueba femenina de ese estilo perdiendo la idiosincrasia del 500? Mi respuesta es rotundamente no”, nos contaba Esteban, una voz bastante cualificada en su condición de corredor y preparador.

“Mantendría la distancia de 500, sin subirla al kilómetro, porque ya me parece suficientemente espectacular así y porque es una distancia más pura de la velocidad. No entiendo que se haga el cambio por una supuesta igualdad. Me parece que es una distancia espectacular y por la fisiología femenina el kilómetro no lo sería tanto”, añadía entonces la corredora catalana.

Coincido en casi todo, pero lo dicho, la decisión está tomada, y me imagino que primando aspectos políticamente correctos antes que los deportivos. Personalmente pienso que habrá un profundo cambio en las protagonistas, que pueden cambiar radicalmente de las actuales especialistas de los 500 metros ante las futuras ciclistas que destaquen en el kilómetro, entre las cuales puede haber alguna fondista, como sucede cada vez más con los hombres… y con más razón entre las mujeres. También es cierto que la disputa de la velocidad por equipos con tres corredoras está comenzando a mostrar más este perfil de corredoras de tercera vuelta que podrían ser las futuras kilometristas, que en un futuro no muy lejano comenzarán a acercarse a marcas de 1.05 o inferiores.

Scratch más reducido y previsible

El scratch de 40 vueltas ya se corre en la Champions League. Foto: UTCL

Ese mismo criterio de justificar un cambio en pro de una supuesta igualdad de género se ve de forma mucho más clara incluso en el scratch, donde un aumento a 60 vueltas -15 kilómetros- para las mujeres podría dejar una prueba demasiado larga, por lo que se ha reducido la distancia de la masculina, equiparándola a las 40 vueltas de la femenina. Y desgraciadamente con esa reducción se puede perder el que era el elemento fundamental de la misma, el equilibrio entre corredores de fondo y rápidos, entre ciclistas que se la tenían que jugar con un ataque y los que querían esperar al sprint. Y por supuesto, aunque no parezcan mucho veinte vueltas, permitían distintas opciones tácticas para romper el previsible desenlace pro velocistas y, por supuesto, para endurecer la carrera. Ahora, me temo, que los nuevos scratch serán más previsibles y, desde luego, muy distintos a los que ahora estamos acostumbrados a ver… aunque ya hayamos vivido esta fórmula en la UCI Track Champions League.

Por último, el cambio más lógico es el de la persecución femenina, que pasa de 3.000 a 4.000 metros, que es la distancia que se está haciendo en la prueba por equipos por lo que no tenía sentido mantener la diferencia. No obstante, es algo que notarán las corredoras, según sus condiciones: a las menos dotadas o preparadas se les puede hacer muy largo ese kilómetro adicional; a las especialistas, la distancia les permitirá explotar sus condiciones y como me decía un corredor, no sería raro pensar en marcas en torno a 4:22-4:24… e incluso inferiores. La preparación no va a cambiar en mucho, aunque, pensando en las pocas persecuciones que se programan actualmente, ¿cuántas va a apostar por prepararse específicamente para esta nueva distancia?