Italia: cómo se puede salir de la sima hasta el estrellato con trabajo

Hace ya algunos lustros, uno de los técnicos de Italia -que aún sigue en activo, porque allí se valora el conocimiento y la experiencia- manifestaba al entonces seleccionador español -uno de los muchos que ya no tiene responsabilidades federativas por esa inveterada costumbre nacional de cargarse a los que valen- su envidia por la situación de la pista nacional, en un momento que esta disciplina se encontraba en una profunda sima y sin visos de emerger.  Ni que decir tiene que en 2023 la situación es radicalmente distinta gracias al fenomenal trabajo realizado en Italia, pero también al hundimiento de España tras un par de ciclos de abandono, que ahora se pretende recuperar deprisa y corriendo. Y somos nosotros los que tenemos que manifestar esa envidia.

Solamente que, me temo, mucho habrá que trabajar en para intentar acercarnos a Italia. Porque lo de ponernos a su altura es irrealizable a corto o medio plazo. Y desde luego, cualquier camino que siga las directrices actuales está condenado al fracaso. A pesar de tener una de las mejores generaciones de pistards de los últimos tiempos… que han nacido en el país equivocado.

Pero no hablemos de España, sino de Italia (y que cada uno haga las comparaciones que quiera y se desquite con quien quiera).

Y hay que comenzar refiriéndonos a una cuarteta que el año pasado se proclamó campeona del mundo con tres juniors de primer año y que en este Europeo refrendan su nivel batiendo el récord del mundo con una marca extraordinaria, de 3:53.980, al alcance de pocas cuartetas absolutas. Y una femenina que, sin hacer tanto ruido, también lograba el entorchado continental, por segundo año consecutivo.

Con ello, se garantizan la continuidad de sus notables cuartetas élites, confirmando ese tipo de trabajo que se realiza también en países como Gran Bretaña o Australia: primero hay que destacar como pistard y desde ahí el camino es mucho más llano hacia la carretera. Que se lo pregunten a Elia Viviani, Filippo Ganna, Simone Consonni o a Jonathan Milan y que se lo vayan preguntando también a Manlio Moro y otros que llegan por detrás.

Eso no quiere decir que tengan muchos quilates (y trabajo detrás) en una cuarteta que tiene a un hombre capaz, Luca Giaimi, de bajar por dos veces y hasta 3:07.596 el récord de los tres kilómetros; a un Juan David Sierra que se llevaba también la puntuación -con una verdadera demostración- y la madison, o a un Matteo Fiorin que le complementaba en la americana y que solamente el hecho de encontrarse ante un verdadero crack como Héctor Álvarez le impidió rematar en el ómnium.

Una cuarteta que no se obsesiona con tener a un kilometrista como arrancador, como pasa en otros lares, ya que el junior que se llevó los 1.000 metros, Davide Stella, no está incluido en el equipo de persecución. Pero tiene condiciones para brillar en tres pruebas tan diferentes como el kilómetro, el scratch y la eliminación, como demostró en todas ellas con sendos oros.

Un país que no tenía velocistas y que gracias a un técnico específico como Ivan Quaranta, que ha buscado hasta debajo de las piedras, ha logrado construir un equipo capaz de ganar la velocidad por delante de países que tienen mucha más tradición e incluso mimbres, como Alemania o Países Bajos, y que encima es capaz de llevar al estrellato no sólo a Mattia Predomo, del que ya sabíamos sus cualidades y las demostró en la final de velocidad, sino a Matteo Bianchi, que se iba de Anadia con los dos títulos restantes, kilómetro y keirin. No llegarán a París 2024 porque les ha pillado demasiado pronto (y sólo hay ocho plazas), pero no andarán muy lejos. Y ojito con ellos para Los Ángeles.

Y si algo les faltaba, era la velocidad femenina. Aunque desgraciadamente cada vez son menos las naciones presentes en esta prueba, Italia ya está trabajando pensando en el futuro y sus tres juniors fueron capaces de subir al podio, a recoger una medalla de bronce que dentro de muy poco -no lo dudéis- se reproducirá en categorías superiores, y con una de sus integrantes, Beatrice Bertollini, también en lo más alto de una prueba individual, el kerin.

Es cierto que en Italia hay dinero, pero tampoco a los niveles que hemos visto en los últimos años en Gran Bretaña o ahora en Francia de cara a París 2024. Y no podemos decir que en España no lo haya, porque empieza a notarse; otra cosa es lo adecuada que sea su utilización. Y no nos olvidemos que, a nivel de instalaciones, están a años luz de España, ya que sólo tienen una cubierta, Montichiari, y que resulta insuficiente por sus muchos problemas, sin que llegue a materializarse ninguna de las alternativas.

Pero lo que hay es un plan de trabajo; unos técnicos experimentados y competentes, que se centran en lo que se tienen que centrar y no están dispersos en varios cometidos o vanagloriándose de sus victorias pírricas, que trabajan en coordinación con los técnicos regionales y con el entorno de los ciclistas, y que están respaldados por una verdadera estructura administrativa de pista; unos corredores que saben que la pista es un camino hacia la carretera… tras haber conseguido el éxito en la pista en la que no escatiman esfuerzos. Y una estructura federal que sabe que, aunque esos velódromos sean auténticos dinosaurios, sirven no sólo para realizar un trabajo de base a lo largo de todo el año, sino que son incluso capaces de albergar unos Campeonatos de Italia sin que a nadie se les caigan los anillos por correr en una pista descubierta, de cemento y de 396 metros.

1 comentario:

  1. Querido Luis, como siempre sublime, es verdad que habían países que se acercaban y preguntaban, para copiar, y aprender, éramos un país envidiable con poquísimos recursos y muchas trabas..

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