Una de las primeras cosas que le comenté a Itmar Esteban cuando se proclamó campeón del mundo master de velocidad el pasado martes en Manchester es que ya había alcanzado al mítico José Antonio Escuredo, con el que mantiene una gran relación. “Bueno, él tiene dos mundiales”, nos comenta riendo. Pero independientemente de cantidades, ya tiene pudo vivir una sensación que pocos han tenido en el mundo.
Con el oro mundialista. Foto: Itmar Esteban |
La sensación es la de una victoria, que es siempre algo
muy agradable, sea donde sea, un Campeonato del Mundo o de Cataluña. Ganar
siempre es complicado. Posiblemente tenga un pelín más de importancia, y es
algo importante para mí, aunque no sea como ganar un Mundial élite, de los
de verdad.
Y, además, una sensación de revancha, después de la plata
de 2019, ¿no?
Si, porque el Mundial de 2019 lo perdí yo, no porque me
ganase Duble. Tenía ganas de volver a intentarlo, pero no ha podido ser hasta
este año. Primero por la pandemia y luego porque Los Ángeles era un coste prohibitivo.
Pero más vale tarde que nunca.
Es curioso que llegaras a la final con más ‘tralla’ que
tu rival, Yutaka Saraya, pero le derrotaste fácilmente. ¿Cómo lo explicas?
Dublé tuvo una caída en cuartos y no pudo competir en
semifinales, por lo que el japonés se saltó esa serie, mientras que yo tuve
incluso que correr el desempate ante el australiano Graves. Pero lo que en
principio parecía más positivo para él no lo fue tanto, y la prueba la
tienes en los Mundiales que hay corredores que se saltan la primera serie y
luego pierden, porque les pilla medio dormidos. Y en mi caso, tuve que hacer
tres mangas en semifinales, sí, pero llegué con el chip activo a la final, que
me resultó menos complicada.
En una de las semifinales ante Graves. Foto: Master Manchester |
Aparte de esos dos enfrentamientos, ¿hubo algún otro
momento clave en los dos días de competición?
Los 200 metros, de los que no quedé nada contento.
Pensaba que los 10.7 eran un tiempo desastroso, aunque luego me dijeron
otros corredores que habían hecho tiempos un par de décimas peor de lo que
pensaban. En mi caso me quedé bastante mal, pero tuve la ayuda de Helena
-Casas, su pareja-, que para algo me conoce bastante bien y me animó, me ayudó
a volver a tener la mentalidad positiva y creo que fue fundamental para terminar
llevándole el oro.
Antes del oro de la velocidad te habías llevado el bronce
en el kilómetro, una prueba que nunca te ha gustado especialmente, aunque aquí
fuesen sólo 750 metros…
El kilómetro es una prueba en la que lo que peor se me da es la primera y la última vuelta. Así que si me quitan la última… No lo había preparado especialmente y la prueba es que salí con el manillar redondo, sin acople. No tenía expectativas, ni de resultado ni de tiempos. No había hecho ningún test y salía sin presión. Corrí en la misma serie que el japonés y sabía que me había superado, lo que no me parecía bueno, pero luego te das cuenta de que te ha ganado el campeón. También lo analizas un poco y ves que no me fue mal. Mi arrancada no fue de las mejores, como ya esperaba, pero hice el segundo mejor tiempo en la segunda vuelta y el cuarto en la tercera. Y me sirvió para ganar la medalla, aunque fuese por una décima. Como te decía antes, una victoria es una victoria y una medalla, una medalla.
Ahora que has conseguido el Mundial, ¿te planteas volver
el próximo año?
El Mundial master tiene un componente de comunidad que me
gusta, hay un gran ambiente y te dan ganas de volver. Mi idea es seguir, pero
no por batir a nadie, simplemente porque me gusta. Si sigo corriendo es por
mantenerme en forma y por ayudar a Helena en sus entrenamientos, que
siempre es un poco más fácil.
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