No ha sido por una competición, aunque sí por un acto de enorme
trascendencia por lo que el keirin japonés ha sido noticia esta semana. Me refiero
a la ceremonia de graduación de las promociones 125 -masculina- y 126
-femenina- del Instituto Japonés de Keirin (JIK), por primera vez con
público desde que comenzó la pandemia, en la que los nuevos pilotos de esta
disciplina han demostrado estar capacitados para desempeñar una carrera
profesional, que en muchas ocasiones puede pasar de los 50 años e incluso
llegar a los 60.
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Morita y Nakazawa, ganadores de la Graduation Commemoration Race. Foto: JIK |
En la pasada temporada había activos 2.234 hombres y 175
mujeres, cuya carrera profesional debe pasar por las categorías de inicio (A3,
A2 y A1), antes de alcanzar la S2 o la S1, e incluso poder llegar a la cumbre
de la SS, los que participan en un Grand Prix. Y en todas ellas, el
importe medio de los premios les permite llevar una vida bastante ‘desahogada’:
en 2022, la ganancia media de un principiante A3 superó los 51.000 euros,
la de un S2, los 94.000 y la de un SS, 868.999. Y las ganancias máximas de
un piloto en una sola temporada, fueron las logradas por Yuta Wakimoto,
precisamente en 2022, con el equivalente a 2,17 millones de euros. Para las
chicas, la media es sensiblemente inferior, unos 52.000 euros, con un máximo
registrado por temporada de 192.300 euros. Eso sí, la evolución de Girls
Keirin está siendo bastante rápida.
Siempre que sale este tema, recuerdo la conversación
que mantuve un día con José Antonio Escuredo que me decía que “si fuese más
joven, estudiaría japonés y me apuntaría a la escuela de keirin, porque te
garantiza la vida”. Y es que, aunque hubo un tiempo en que se podía ser
piloto directamente, eso sí, pasando sólo un examen para obtener la licencia, hoy
en día, pasar por el JIK es la única manera de asegurar esta carrera
profesional, aunque ello conlleve unos rigurosos exámenes de selección y una
estancia de diez meses con una dura preparación, aunque no sea ya la
institución quasi-militar que fue en su día. Además, las interacciones existentes
actualmente con la Federación Japonesa permiten que muchos de estos jóvenes
puedan compatibilizarlo con la presencia en el equipo nacional, con la
posibilidad de acudir a los Juegos Olímpicos. Tampoco hay límite máximo
edad -sí uno mínimo de 17 años cumplidos el 1 de abril del año de la
selección-, con un máximo de cinco intentos para aprobar el examen, sin que
puedan pasar ocho años desde el primero, y que curiosamente no exige
ninguna experiencia ciclista previa.
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Yuki Fuji y Mika Toyota hablan en nombre de los graduados |
Ya hablaremos en su día de este proceso de selección y
preparación, que han superado 90 cadetes -71 hombres y 19 mujeres-, de entre 18
y 38 años. En esta ocasión vamos a referirnos a esta última semana que comenzó
con las últimas pruebas para obtener el ‘golden cap’, un distintivo que se
ha dado a nueve corredores y cuatro corredoras que se han distinguido por su
especial rapidez; se continuó el martes y el miércoles con la Graduation
Conmemoration Race, en la que se impusieron Ichiro Morita, de 23 años, que
antes de incorporarse a la escuela de keirin practicaba motocross y tenis, y
Haruka Nakazawa, de 22 años, que deja el remo por el ciclismo; y finalizó
con la ceremonia de graduación en sí, este viernes, que finalizaba al más puro
estilo yanqui, con el lanzamiento de las gorras al aire… y el inicio de su
carrera profesional en mayo con las ‘rookie series’, aunque ya hay algunos alumnos
como Minato Nakaishi, campeón en velocidad por equipos y subcampeón del
kilómetro con la selección de Japón en el reciente Campeonato Asiático y
que también se llevó un reconocimiento especial.
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