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Junto con un mecánico de México, a la izquierda, e Iván Ruiz, las tres ciclistas: Salazar, Gaxiola y Verdugo. Foto: CONADE |
Ese
día, la gran estandarte de la velocidad
mexicana, Jessica Salazar, pocos
meses antes Premio Nacional del Deporte en la categoría de deportista no
profesional, no tenía su mejor actuación y
se quedaba incomprensiblemente fuera de los Juegos, siendo elegida la prometedora Yuli Verdugo junto a la más
veterana Luz Daniela Gaxiola.
En el colmo de lo
estrambótico se incluyó a Salazar para el ómnium… en lo que podría haberse transformado en una jugada maestra para que corrieran las tres pero que se quedó en un
error para los anales del ciclismo olímpico por desconocimiento de los recovecos en las normas de participación en
los Juegos.
Tres
años más tarde, olvidado aquel dislate, se ha hecho justicia y las tres
velocistas estarán juntas en París 2024,
ratificando que componen uno de los mejores equipos del mundo, aunque también
es justo reconocer el mérito de Iván Ruiz como técnico de este trío, que
llega a los Juegos con el oro de los Juegos Panamericanos de 2023, y de los recientes
Campeonatos Panamericanos, así como la plata en la Copa de las Naciones de
Milton, culminando una trayectoria que
en los diez últimos años recoge numerosos éxitos de todas ellas funcionando
combinadamente como duplas, pero especialmente desde el cambio de Normativa en
2021 como trío.
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En acción la pasada semana en Milton con la potente arrancada de Salazar. Foto: UCI Track |
Un anuncio en la radio
Gaxiola nació el 25 de
noviembre de 1992 en Culiacán, Sinaloa. Desde pequeña ya mostraba un espíritu competitivo,
sobre todo en las fiestas infantiles, en las que se esforzaba por ganar los
dulces de las piñatas. Y allí también mostraba su rebeldía, ya que su madre
tenía un taller de costura, pero a la pequeña Luz Daniela no le gustaban esos modelos “porque los vestidos no me dejan ganar; me
estorban para correr”.
Sin
embargo, fue un anuncio en la radio lo
que le motivó a correr, lo mismo que a su hermana Antonieta -una destacada
fondista, pero también modelo e influencer mexicana-. Y tanto destacó que a los
14 años ingresaba en el Centro Nacional de Talentos Deportivos y Alto
Rendimiento, en la Ciudad de México. Rápidamente se convirtió en la mejor
velocista de México, aunque el momento clave de esta historia se sitúa en 2014,
cuando recibió una invitación para
realizar una estancia de cinco meses en el Centro Mundial de la UCI en Suiza.
Una foto con la campeona
Retomamos
la historia de Salazar, Guadalajara
(Jalisco), donde nació el 21 de septiembre de 1995, y que se enganchó a la
bicicleta de montaña por su padre, aunque donde
destacó en sus primeros años fue en el BMX.
La relación entre Gaxiola y Salazar, por entonces una joven promesa del bicicrós
que trabajaba como voluntaria en el
evento, y le pidió una foto a la primera cuando bajó del podio con una
medalla de plata en el keirin.
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De izquierda a derecha: Verdugo, Gaxiola y Salazar. Foto: CONADE |
Pero
la interacción no quedó ahí: la
jaliciense comenzó a probar en pista y la sinaloense se interesó por sus
progresos… hasta el punto de dejarle sus bicicletas para que pudiera seguir
entrenando cuando se fue a Aigle. Y no le fue mal ya que pronto se
convirtió en su compañera en la velocidad, pero también brilló individualmente
al establecer el récord del mundo de los 500 metros en 2016, que aún
tiene en su poder.
Las bicicletas de su hermano
La tercera protagonista es Yuli
Paola Verdugo, de La Paz, en Baja California Sur, a muy poca distancia en
línea recta de Culiacán… pero teniendo que salvar el gofo de California, donde nació el 29 de junio de 1997. En su
caso, tenemos a una atleta que tuvo que dejar su deporte por consejo médico:
el rápido crecimiento de sus músculos le causaba frecuentes lesiones en las
rodillas.
Verdugo se decantó por el
ciclismo al disponer de las bicicletas de su hermano y lo que inicialmente
fue una mera distracción, pronto se convirtió en un objetivo profesional. Y
pronto llegó al nivel de las dos campeonas, con las que primero alternó y
ahora las complementa, hasta formar ese trío que ya ha obtenido su primera
recompensa, al clasificarse brillantemente para París.
Las
tres no sólo coinciden en la selección, sino también en el Ejército Mexicano,
donde Gaxiola -que deseo siempre tanto ser ciclista como militar- es la que
tiene mayor graduación, sargento primero, aunque
Salazar también lo combina con la formación universitaria, como estudiante de Ingeniería en Innovación y Gestión
Empresarial en la Universidad Autónoma de Guadalajara.
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