En el mundo del ciclismo en pista decir velódromo de Roubaix es hablar del ‘Stab’, la abreviatura para referirse al recinto construido en 2010 que recibe el nombre de Jean Stablinski, el mítico ciclista francés que llegó a ganar la Vuelta a España y el Mundial, aunque quizá fuese más valorado por su condición de gregario de lujo de Jacques Anquetil (*). Un ‘Stab’ que llegó a acoger el Campeonato del Mundo en 2021 tras la astracanada de Ashgabat, y que este año y el siguiente será el escenario del Mundial de masters.
El STAB, el velódromo cubierto que además sirve de sala de prensa y Oficina Permanente de la París-Roubaix. Wikipedia. |
Nuestra historia comienza cuando dos empresarios textiles
de la localidad, Théodore Vianne y Maurice Perez, construyeron un velódromo en
1895, en las afueras de Roubaix, aunque realmente estaba en la vecina
localidad de Croix. Se trataba de una pista de cemento, de 333,3 metros y que
fue inaugurado el 9 de junio con una prueba que congregó a miles de espectadores.
Y es que las opciones de ocio no eran muy numerosas en aquella época, y en ello pensaron los promotores.
Vianne y Perez dieron un paso más y contactaron con el periódico ‘Le
Velo’ para proponerles una carrera ciclista que uniera París con Roubaix,
que sería una gran promoción para la ciudad y para sus negocios. Y pese a las muchas dificultades, aceptaron. La primera
edición de la prueba se programó para el 19 de abril, domingo de Pascua,
lo que supuso la oposición del Clero, al que se le calmó con la promesa de una
misa antes de la salida… que finalmente no se celebró por lo temprano del
horario. Y de ahí el nombre de ‘La Pascale’.
El Velodrome Roubaisien. Wikipedia |
De la madera a la leña
En 1910 era ya un recinto tan importante que se mejoraron y
cubrieron las gradas, con un nada desdeñable aforo de 10.000 personas… y con
una pista de madera con un peralte de 45º. Desgraciadamente la I Guerra Mundial
acabó con ella -posiblemente usada como leña- y dañó bastante el recinto,
que en 1924 fue demolido para construir viviendas.
Por cierto, en aquellos años de posguerra fue cuando se
gestó la denominación de ‘Infierno del Norte’, que no es por los tramos de
pavés en sí, sino por el estado de destrucción total de las vías de la
región a causa del conflicto bélico.
Desde 1922 hasta 1939, la carrera finalizó principalmente en
dos avenidas locales, ya que en 1929 se llevó a un estado de fútbol, y en
1936 y 1936 al hipódromo de Marcq-en-Barœul, con el fin de poder cobrar la
entrada al público. Por ello, la creación de un nuevo velódromo no solo
enlazaba con la tradición, sino que también posibilitaba esos ingresos.
El nuevo velódromo de Roubaix se levantó como culminación
del proyecto de reordenación y remodelación de la ciudad, con el ahora
conocido como Parc des Sports, a apenas dos kilómetros de la frontera belga, y
en definitiva con esta nueva pista, que fue inaugurada en 1936. Sin
embargo, no acogió el final de la prueba hasta 1943, la primera tras el parón
de tres años por la Guerra. Eso sí, no todos los años fue así, ya que, en 1986,
1987 y 1988, la pancarta de meta fue situada en la Avenida de las Naciones
Unidas, frente a la sede de La Redoute, la empresa que patrocinaba la carrera.
El André Pétrieux. Wikipedia |
Por lo demás, se trata de una pista de hormigón, de
499,75 de cuerda -suponemos que por una mala medición no se completaron los
500 metros-, y 6 metros de ancho, con una pendiente máxima en los virajes de
15,4º. También acogió Campeonatos de Francia, en 1966 y 1971, pero su mayor
relación con el ciclismo, aparte de ‘La Pascale’, se encuentra en el ciclocross,
ya que allí se celebra una importante prueba que incluso ha sido varias veces
puntuable para la Copa del Mundo. Aunque más que el ciclismo, su uso está
relacionado con otro deporte, ya que es el terreno de juego del Rugby club
Roubaix.
(*) Jean Stablewski, conocido como Stablinski por una errata
periodística en sus inicios, nunca llegó a ganar la Roubaix, pero tuvo un
importante papel en la conservación de la misma. Minero antes que ciclista,
conocía perfectamente los caminos adoquinados de la región, muchos ellos en
peligro de ser asfaltados a causa de la modernización propugnada por muchos políticos
de la zona, y de los que informó a la organización. Fue quien descubrió la
Trouée o Tranchée d'Arenberg (el Bosque de Arenberg, en su denominación
castellana), uno de los tramos de pavés más reconocidos, y del que presumía
diciendo que era la única persona que la había recorrido por encima y por
debajo, ya que bajo la misma pasaba una de las galerías de la mina en la
que trabajó algunos años.
Podéis conocer más sobre esta carrera en el magnífico ‘Monumentos’, de Peter Cossins.
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