Cuatro pistards representantes de África en Saint-Quentin-en-Yvelines

Con el objeto de que haya representación de todos los continentes, el COI, con el beneplácito de la UCI, establece una norma bastante particular en las reglas de clasificación olímpica en el ciclismo en pista. Y es que si un continente no clasifica a ninguno de sus países en alguno de los cuatro apartados -fondo o velocidad, masculina o femenina-, entrará en lugar del que haya ocupado la última posición en el ranking de clasificación de ómnium y velocidad de ambos sexos, independientemente de su posición.

En principio, Europa, América, Oceanía o Asia han alcanzado el suficiente nivel para no tener que recurrir a esta norma. Pero no ocurre lo mismo con África, en la que los cuatro ciclistas que veremos la próxima semana en Saint-Quentin-en-Yvelines han entrado por esta vía. Lo malo es que, como decíamos, ello supone la injusta relegación del último país clasificado: Hungría, en la velocidad masculina, Estados Unidos, en la femenina, Kazakstán, en el ómnium masculino, y Chequia, en el femenino se quedaron sin ir a los Juegos Olímpicos para que pudiera haber representación africana, en principio de tres ciclistas de Egipto y un velocista sudafricano.

Y no se entiende que, si en ninguna de estas disciplinas se alcanza el máximo de inscritos, ¿por qué no se posibilita esa cuota africana sin perjudicar al país que ha obtenido su plaza cumpliendo unos requisitos deportivos? Como siempre las limitaciones logísticas que nunca deberían ir en contra de la lógica deportiva.

El caso es que al final tendremos a esos cuatro pistards africanos, con la mayor presencia egipcia, que hubiera sido de tres ciclistas si la velocista Shahd Saeed no hubiera sido sancionada con un año, que al principio se quiso dejar como sanción nacional para que pudiera estar en París, pero al final fue ratificado su castigo y le impidió poder competir en sus primeros Juegos Olímpicos, dando entrada a Nigeria. Pero en todo caso ratifica el crecimiento de Egipto, cuyo velódromo de El Cairo ya ha acogido un Mundial junior y una Copa de las Naciones, y en donde confían poder seguir avanzando, ¿hasta no necesitar la cuota continental?

Quien está más cerca de lograrlo es Ebtissam Zayed Ahmed, que no sólo es la gran estrella africana, con 39 títulos continentales, sino que participa habitualmente en pruebas en Europa -de hecho reside en Francia-, donde ha demostrado ser una corredora muy competitiva. A sus 27 años tiene bastante margen de progresión.

Por el contrario, Youssef Ahmed Zaky Abouelhassan es un ciclista muy joven (22), y posiblemente inexperto para el nivel de un evento como los Juegos Olímpicos. Todo lo que haga será bienvenido y una experiencia para el futuro.

Sudáfrica pierde representación en estos Juegos, tras haber tenido tres ciclistas en Tokio y que se queda reducida al velocista Jean Spies, otro mito en África con sus 33 títulos, presente en los últimos Juegos, y al que también le hemos visto en pruebas como la Champions League, pero ya en la parte final de su carrera, a sus 34 años.

Finalmente reseñar el caso de Nigeria, que se ganó la plaza de velocidad por esa sanción vigente de Saeed. Un país donde el empeño del italiano Giandomenico Massari está llevando a su cuarteta femenina a competir en pruebas internacionales, aunque aún con una diferencia de nivel todavía insalvable. Todo hacía indicar que sería la velocista Tombrapa Gladys Grikpa, de 30 años, quien corriese en esta prueba, al ser la única velocista con puntos UCI. Pero han preferido optar por Ese Lovina Ukpeseraye, que ya estaba en París como representante de carretera, suponemos que por razones económicas.

Una corredora de 25 años con una interesante progresión, pero rn definitiva una fondista, es decir, una vez más una falta de respecto para con la velocidad, donde por unas razones o por otras, se han ‘perdido’ muchas plazas de especialistas puras que se lo han currado durante dos años para quedarse fuera.

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