Una de las rutinas matinales para cualquier periodista en cualquier evento es echar un vistazo a los distintos comunicados oficiales, ya que es uno de los aspectos que ofrece una información que en muchos casos puede ser importante o, cuanto menos, interesante.
La visera, justo al salir a la pista. No en la zona de espera. Foto: UCI Track |
Pero si se trata del simple fraude tecnológico, me parece
excesivo el celo que está poniendo la UCI con unas máquinas que se distinguen por su sencillez y en la que resulta hartamente complicado camuflar (o activar) un motor: el lunes se controlaron 127
bicicletas (21 con rayos X), el martes 133 (9), el miércoles hasta 286 (23) y
el jueves 95 (7).
Pasando a las sanciones, el segundo día los comisarios se ‘pusieron las botas’ para hacer cumplir uno de los preceptos que no tiene ningún beneficio deportivo, pero sí que ayuda a la difusión televisiva: la prohibición de que los ciclistas lleven viseras o gafas tintadas en la zona de espera, con el objeto de que sean perfectamente reconocibles. La ‘broma’ les costó 200 francos suizos a las francesas Valentine Fortin, Marion Borras y Marie Le Net y a la australiana Chloe Moran… con un indudable efecto admonitorio, ya que en los días sucesivos nadie lo ha hecho.
La misma sanción económica se han llevado otros cuatro corredores
por no abandonar rápidamente la pista tras acabar su actuación en las
persecuciones por equipos, en este caso por no obedecer a los comisarios. Menos entendible es la multa -del mismo
importe- que recibió Leigh Hoffman, por quitarse el caso tras pasar la meta,
algo que sabe cualquier juvenil que no se debe hacer.
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