Cuando acaba una competición importante -y los Juegos Olímpicos se llevan la palma- casi todo el mundo opina sobre algunos aspectos que pueden ser susceptibles de mejora. El más común, el programa. Que si deberá volver la puntuación, o la persecución individual, o el kilómetro, que si el ómnium no tiene sentido… Aspectos sobre los que no quiero entrar porque me va a dar lo mismo: el programa de los Juegos Olímpicos no será nunca el idóneo mientras que no se entienda que esas limitaciones obsesivas en participantes y número de medallas pueden y deben ser afrontadas con unos nuevos prismas. Por ejemplo, esa obsesión por la capacidad de la Villa Olímpica, cuando son cada vez más los deportistas que renuncian a ese alojamiento y no por las incomodidades de la misma, sino para garantizar el máximo rendimiento.
Esta 'solución' se tomó en Tokio 1964 para decidir los finales, porque no había tecnología. Facebook Nate Koch |
Y no ha sido por no llevar el ‘chivato’: eso sólo agiliza
la salida del ciclista que se hace el despistado. La solución pasa por un
mayor control de esos momentos claves antes del paso por meta. ¿Otro juez-arbitro
adicional con otro punto de vista o simplemente más cámaras? Insisto, no
puede ser que un ciclista se quede fuera si el daño que se causa con ello es
irreparable.
Igualmente me llamó la atención la descalificación de Awang
en el keirin, que él argumentó diciendo que la derny iba muy lenta.
Sinceramente no lo creo, pero si me interesa la visión de algunas personas diciendo
que debería ir más rápida, que se tendría que incrementar su velocidad para lanzar
a los corredores. Posiblemente la idea es lo suficientemente interesante para merecer una
reflexión.
Por último, y antes de que la UCI tome ‘una medida de las
suyas’, habría que estudiar un poco más por qué se han incrementado las
caídas, y que se puede hacer no para evitarlas, sino para que no trastoquen
tanto el desarrollo o el desenlace de algunas pruebas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario