El alemán utilizó el cuadro de contrarreloj de su equipo,
el Trek Speed Concept,
ligeramente modificado y adaptado a las características de un velódromo. Más
llamativa resultaba la estética de la máquina, con las dos ruedas
lenticulares pintadas como si fueran sendos cronómetros y una serie de
mensajes en el cuadro que podríamos calificar como motivacionales. Por lo
demás, el velódromo suizo presentaba un aforo espectacular, con 1.800 personas,
aunque más llamativa resultaba la retransmisión de Eurosport para 75 países.
El desarrollo elegido fue un 54x14, con el que desarrolló
una potencia media de 412 vatios en las 204 vueltas que terminaría dando. Había
dividido la hora en tres franjas de 20 minutos, y con un curioso método para
saber si iba según el ritmo establecido: un toque de silbato del técnico
suizo Daniel Gisiger cuando realmente debía pasar, y que resultó tremendamente efectivo ya que se escuchaba perfectamente a pesar del ruido del público. Durante la primera
franja fue más rápido de lo que había planeado, por lo que bajó el ritmo en la
segunda. “Pero a veinte minutos del final decidí acelerar y seguir empujando
porque estaba dentro de mi zona de confort. Sabía que era la última
oportunidad de mi vida para esforzarme al máximo, así que me resultó fácil.
Sabía que podía mantenerme en mi límite y llegar más lejos". De esta
forma, en la vuelta 199 ya había logrado el objetivo, cuando aún faltaba casi
un minuto y medio para terminar la hora, para terminar batiendo la marca de
Sosenka por 1.415 metros.
El dolor de los pulmones, de la espalda, del culo… de todo su
cuerpo se mezclaba con quitarse otro peso de encima, el de una carrera profesional
ejemplar, de 18 años. Y el de la inmensa alegría de todos los que le
rodeaban y que querían tomarse un selfie con él -posiblemente el primer
récord de la hora con este tipo de imágenes-. “He sentido mucho dolor, pero vaya una
forma de retirarme. Estoy sumamente orgulloso de unirme a todos los ciclistas
icónicos que han batido este récord antes que yo".
Curiosamente, en su condición de miembro de la selección
alemana de pista, Voigt había estado presente en el intento de Chris Boardman en 2000 durante el Mundial de Manchester, en el primero que se afrontó
después de la ‘tabla rasa’ de la UCI que borró doce años de plusmarcas a
causa de las bicicletas menos convencionales. Algo que ha tenido presente en el
recuerdo mucho tiempo pero que hasta esas últimas semanas no podía pensar que
podría sucederle también a él.
PD: Para quien quiera profundizar más en el récord o en la carrera
de Voigt, recordar que tiene escrita una interesante autobiografía, ‘Shut up legs’.
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