La dinamización del récord de la hora que originó Voigt hace diez años

Hoy, 17 de septiembre de 2024, es el quincuagésimo tercer aniversario de Jens Voigt. Una fecha que no tiene ningún significado especial, salvo si nos remontamos diez años atrás, cuando el ciclista alemán se encontraba velando armas para afrontar el récord de la hora, un día más tarde, en el velódromo suizo de Grenchen, para convertirse ese 18 de septiembre de 2014 en el recordman más veterano de la historia, con un registro de 51,115.

Sin embargo, lo realmente significativo de la plusmarca de Voigt fue que cumplía el objetivo de la UCI de dinamizar una prueba que se había quedado peligrosamente estancada cuando se decidió aplicar una norma tan restrictiva que permitía solo batirlo con una bicicleta convencional de carretera, y con un recordman como Ondrej Sosenka que no estaba al nivel de los grandes protagonistas históricos, y que además despertaba recelos por su positivo en 2008, tres años después de conseguir el récord, y que le llevó a la retirada. De la misma forma, como aventuraba el entonces presidente de la UCI, Brian Cookson, propiciaba una cascada de tentativas en los meses siguientes, cuatro de ellas triunfales.

Pero no adelantemos acontecimientos, todo lo contrario. Remontémonos al mes de mayo cuando la UCI decidía ‘abrir la mano’ permitiendo que se pudiera afrontar el récord con cualquier bicicleta que cumpliera las normas para competir en una contrarreloj o en una persecución, dejando atrás esos años de angustia en los que sólo se permitió la bicicleta de fondo, por lo que el interés del récord cayó en picado.

Al entonces Leopard-Trek le sedujo la idea. Voigt estuvo probando ya en junio, en el velódromo de Roubaix, pero en secreto, sin dar pistas, pensando en ser la avanzadilla de su compañero Fabian Cancellara que, al final, nunca lo intentaría. E incluso ‘distrayendo’ ya que había dicho, que la USA Pro Challenge de Colorado, en agosto, había sido su última carrera. Pero el 3 de septiembre anunciaba que afrontaría el récord de la hora quince días más tarde, en un velódromo como Grenchen que jamás había afrontado una tentativa de este tipo.

El alemán utilizó el cuadro de contrarreloj de su equipo, el Trek Speed ​​Concept, ligeramente modificado y adaptado a las características de un velódromo. Más llamativa resultaba la estética de la máquina, con las dos ruedas lenticulares pintadas como si fueran sendos cronómetros y una serie de mensajes en el cuadro que podríamos calificar como motivacionales. Por lo demás, el velódromo suizo presentaba un aforo espectacular, con 1.800 personas, aunque más llamativa resultaba la retransmisión de Eurosport para 75 países.

El desarrollo elegido fue un 54x14, con el que desarrolló una potencia media de 412 vatios en las 204 vueltas que terminaría dando. Había dividido la hora en tres franjas de 20 minutos, y con un curioso método para saber si iba según el ritmo establecido: un toque de silbato del técnico suizo Daniel Gisiger cuando realmente debía pasar, y que resultó tremendamente efectivo ya que se escuchaba perfectamente a pesar del ruido del público. Durante la primera franja fue más rápido de lo que había planeado, por lo que bajó el ritmo en la segunda. “Pero a veinte minutos del final decidí acelerar y seguir empujando porque estaba dentro de mi zona de confort. Sabía que era la última oportunidad de mi vida para esforzarme al máximo, así que me resultó fácil. Sabía que podía mantenerme en mi límite y llegar más lejos". De esta forma, en la vuelta 199 ya había logrado el objetivo, cuando aún faltaba casi un minuto y medio para terminar la hora, para terminar batiendo la marca de Sosenka por 1.415 metros.

El dolor de los pulmones, de la espalda, del culo… de todo su cuerpo se mezclaba con quitarse otro peso de encima, el de una carrera profesional ejemplar, de 18 años. Y el de la inmensa alegría de todos los que le rodeaban y que querían tomarse un selfie con él -posiblemente el primer récord de la hora con este tipo de imágenes-.  He sentido mucho dolor, pero vaya una forma de retirarme. Estoy sumamente orgulloso de unirme a todos los ciclistas icónicos que han batido este récord antes que yo".

Curiosamente, en su condición de miembro de la selección alemana de pista, Voigt había estado presente en el intento de Chris Boardman en 2000 durante el Mundial de Manchester, en el primero que se afrontó después de la ‘tabla rasa’ de la UCI que borró doce años de plusmarcas a causa de las bicicletas menos convencionales. Algo que ha tenido presente en el recuerdo mucho tiempo pero que hasta esas últimas semanas no podía pensar que podría sucederle también a él.

PD: Para quien quiera profundizar más en el récord o en la carrera de Voigt, recordar que tiene escrita una interesante autobiografía, ‘Shut up legs’.

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