De UNCTAD - Investing in Sports for SDGs, CC BY-SA 2.0, wikipedia |
Oír el nombre de Samaranch es asociarlo inmediatamente a
Barcelona’92, como el hombre que propició que los Juegos Olímpicos
recalaran por primera vez en nuestro país. 32 años más tarde, España sigue
teniendo otro sueño olímpico incumplido, en esta ocasión en Madrid, una de
las pocas grandes capitales europeas que no los han albergado.
Pero que nadie se engañe: Barcelona’92 supuso una
oportunidad histórica para cambiar la Ciudad Condal y el Deporte español. Madrid
(pongamos que 2040, que antes es imposible) no conllevaría esos cambios ya que
estamos en una época en que se busca otro tipo de candidaturas más sostenibles
(léase, económicas). Por ejemplo, desde la temática de este blog, sería más
fácil que se llevara el ciclismo en pista fuera de Madrid a que se construyera
un velódromo permanente en la capital.
Lappartient, en Tokio 2020. Foto: UCI |
En este sentido es conocido su sueño de conseguir que el
ciclocross -y el cross atlético- entre en el programa de los Juegos Olímpicos
de invierno, hasta ahora centrados exclusivamente en modalidades de hielo y
nueve. Un evento que no estaría mal que se reconvirtiera y que permitiera
otras modalidades con el fin de descargar el saturadísimo programa de verano.
Pero independientemente de este deseo, es absolutamente
necesario que el ciclismo tenga un trato más justo en relación a los otros dos
deportes estrella, atletismo y natación, que pueden aumentar sus pruebas
sin que suceda nada, mientras que con las bicicletas cualquier aumento conlleva
una disminución compensatoria, lo que ha alterado la esencia de numerosas pruebas,
por ejemplo con esos mini-pelotones en carretera o BTT o la reducción de
pistards hasta llegar a las ‘pintorescas’ situaciones vividas en París 2024.
Y ya puestos a soñar, ¿por qué no pensar en la recuperación de disciplinas
tradicionales como la persecución individual o la puntuación?
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