Mañana, 2 de septiembre, se cumple el 30 aniversario de una de las grandes gestas del ciclismo español: el récord de la hora batido por Miguel Indurain, con una distancia de 53,040 kilómetros. Una plusmarca que fue muy bien recibida por todo el colectivo ciclista mundial. No sólo porque el navarro siempre ha sido un corredor con un excelente reconocimiento por su carácter, sino porque la marca vigente hasta ese momento (52,713) había sido lograda apenas cinco meses antes por un Graeme Obree, que, a pesar de sus indudables méritos, no estaba especialmente considerado por la UCI, en general, y por el mundo del ciclismo en particular.
Apenas 42 días para una preparación que, por otro lado,
estaba bastante bien orientada. Fausto Pinarello había construido la Espada,
una máquina perfecta para la tentativa, si bien algunos de sus elementos, como
la horquilla y el manillar inicial en forma de ala delta fueron descartados,
y su mecánico Enrique Sanz tuvo que improvisar un manillar artesanal a gusto
del campeón. Una máquina de 7,28
kilos, algo más pesada de lo habitual pero que una vez lanzada, volaba. Y a la
que se montó un desarrollo de 59 x 14, 8,77 metros por pedalada… pero no
adelantemos los acontecimientos.
Por su parte, Padilla se preocupó de realizar la mejor preparación
posible, cambiando el chip de carretera a un velódromo que le resultaba
totalmente ajeno, ya que apenas había corrido, siquiera entrenado, en uno. Gracias
al documental ‘La espada de Indurain’ descubrimos el año pasado algunos
detalles a cargo del fisiólogo Iñigo Mujika, que concretaba que la
preparación se hizo en apenas 20 días. “Teníamos una bestia fisiológica como
era Miguel, con una potencia máxima de 573 vatios, pero con unas
resistencias aerodinámicas espectaculares”.
Y es que los problemas de Indurain eran dos: el mantener la línea por la falta de hábito y que le suponía cargar mucho la parte exterior de su cuerpo y la morfología de su tronco que le impedía poder llevar una postura tan aerodinámica como la de Filippo Ganna, aunque eran otros tiempos y en estos aspectos aún se estaba en mantillas.
Las pruebas realizadas en el velódromo bordelés
establecieron que los 53 kilómetros eran el objetivo asumible. Se podía ir
más deprisa, pero difícilmente aguantar la hora completa. Y se estableció una
tabla de pasos en relación a los tiempos de Obree, con una salida más lenta
y con la idea de igualar las marcas del escocés en torno al kilómetro 40.
La tentativa se fijó a las tres de la tarde, y no se dejó entrar al numeroso público llegado de Villava y de Navarra -unas 4.000 personas- hasta diez minutos antes, para no alterar las condiciones de calor y humedad que se habían previsto, aunque hoy en día es sabido que el aumento de las mismas habría sido incluso más favorable. En la pelousse, un seguimiento total del ‘staff’ del Banesto, reforzado con el prestigioso preparador Aldo Sassi, con Padilla como el encargado de dar los tiempos con la pizarra, aunque no estaba muy ducho en esta labor. Poco importó porque Indurain se permitió algunas licencias en su ‘performance’, y además el ensordecedor griterío del público le impidió oír cualquier tipo de instrucción. O al menos eso dijo.
En el velódromo, las cámaras de Canal+ que habían pagado por los derechos televisivos de la emisión, y cuya retransmisión podemos revivir gracias a YouTube (aunque las imágenes no son de muy buena calidad). Carlos Martínez estaba al mando de la narración, con los comentarios de Perico Delgado, por primera vez en esta función que le ha hecho tan famoso como por su faceta de corredor… y que reverdeció viejos laureles, al llegar diez minutos tarde. Una tentativa que, económicamente hablando, también fue muy positiva gracias a los patrocinadores contratados ‘ex profeso’ para el récord.
Como decíamos, Indurain salió más fuerte de lo deseado, y en
apenas tres vueltas ya estaba en los 16-16,5 segundos por giro previstos para
abordar el récord. En el kilómetro 20 -veinte antes de lo previsto-
Indurain ya rodaba en los tiempos del escocés, y a mitad de tentativa no
daba muestras de ningún tipo de fragilidad física o psicológica, que era lo que
más se temía… a pesar de sus problemas para seguir la cuerda. Y por mucho que
se le pidiese prudencia, que no se ‘cebase’, como dijo Echavarri después, “a
los artistas hay que dejarles que se expresen”.
Eso sí, los problemas surgieron por una arruga en el
culotte que comenzó a molestarle en el tercio final. Pese al roce, el
navarro se olvidó de ella e incluso incrementó su ritmo en la parte final para
irse hasta las 211 vueltas, 53,040 kilómetros, 327 metros más que Obree. Y por
aquello del gusto por los números exactos, el primer hombre en rodar por
encima de los 53 kilómetros.
Imágenes del libro 'Nuestro ciclismo, por un equipo' |
Igualmente se lanzó la idea de un nuevo intento al año siguiente, muy posiblemente en México, aprovechando la preparación en altitud para afrontar después el Mundial de Colombia. Y no tardó mucho en anunciar Chris Boardman en que afrontaría inmediatamente la tentativa. Pero no fue el británico quien lo haría sino el gran rival de Indurain, Tony Rominger, quien intentaría el récord apenas mes y medio más tarde, superándolo por casi 800 metros (53,832).
Indurain, por su parte, no viajaría a México, donde Eddy Merckx le veía que podía llegar a los 55, sino que volvería a intentarlo un año después en Bogotá, pero después del Mundial, no antes, con una preparación que tuvo bastantes más lagunas y no salieron las cosas como pensaba y condujeron a una serie de malentendidos que quizá propiciaron la retirada del de Villava al término de la temporada. Pero esa es otra historia.
PD: Aunque tengo bastante documentación recopilada de este evento, no pudo sino sorprenderme, comparando con los tiempos que corren, que un medio como MundoDeportivo dedicase hasta 11 páginas de las 56 del ejemplar al récord. Eso si era una cobertura periodística y no los sucedáneos de hoy en día.
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