El espectacular accidente del pasado sábado en la ‘Grand Finale’ de la UCI Track Champions League en el London Valley VeloPark ha vuelto a provocar, desgraciadamente, muchas más noticias que el propio desarrollo de una competición absolutamente ejemplar. Afortunadamente esta vez no hemos leído demasiadas ‘tonterías’ como la que se escribió con ocasión del fallecimiento de Isaac Gálvez -en un accidente muy similar, pero sin saltar la balaustrada-, que en los velódromos no se trabajaba la seguridad y que se necesitaban escapatorias como los circuitos de motos y F1. No obstante, algún ignorante se ha atrevido a pedir una sanción ejemplar para la alemana Alessa Catriona Propster por ‘provocar’ el accidente. Y es que hace falta más cultura ciclista y menos fanáticos… que en su mayoría jamás han pisado un velódromo.
La diferencia entre el velódromo de 2023 y el de 2024 es palpable, ¿pero suficiente? Fotos: SWPix/UTCL |
Voces autorizadas como Chris Hoy y Laura Kenny clamaron por mayores medidas de seguridad, obligadas por el hecho de que las velocidades
fuesen cada vez más altas, y con ello el riesgo de accidentes con
consecuencias más graves. Por eso se ha ido ‘limpiando’ en los últimos años la
zona de seguridad, donde sí que es normal -por mera cuestión física- que las
bicicletas puedan llevarse a alguien por delante en una caída. En cuanto a
la zona superior, se llegó a la conclusión de que sería suficiente con poner
esas barreras de plexigás transparente, para permitir la visibilidad en las
primeras filas, elevando la altura reglamentaria de 90 centímetros.
Eso mismo fue lo que hicieron, de forma absolutamente
voluntaria, los gestores del London Valley VeloPark, que instalaron una nueva balaustrada de 1,40 metros, con un coste de 250.000 euros. Un sistema que
parecía suficiente… hasta el momento del accidente del pasado sábado que ha
reabierto la polémica. No debemos olvidar que la UCI obligará, que todos
los velódromos que soliciten esa primera homologación a partir del 1 de julio
de 2025 tengan que tener ese tipo de valla de seguridad, exactamente igual
que la del recinto londinense.
Y aunque el debate vuelve a estar en el aire, solamente en Road.cc
he visto recogidas opiniones actualizadas. Por un lado, se recomienda una
altura aún mayor para esa pantalla, pero por otro, hay quienes dicen que
ese no es un problema, sino que lo que hay que pensar es la protección de la
caída sobre los espectadores. En este sentido también leemos que habría que
dejar libre las dos primeras filas y poner algún tipo de colchoneta para
amortiguar la caída. No olvidemos que, algunos recintos tienen protección en
forma de redes si el ciclista salta por encima de la balaustrada, pero
solamente en casos de que haya un vacío.
Lo cierto es que la polémica está servida y veremos si en
los próximos días tenemos algún tipo de noticia. “Estamos trabajando en
estrecha colaboración con todas las partes para revisar el incidente antes de
tomar las medidas adecuadas”, decía en un escueto párrafo la organización de la
UTCL. Pero, ¿realmente pueden todos los velódromos del mundo acometer medidas
como estas y, sobre todo, serían necesarias?
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