Aunque ahora sea una disciplina con citas muy contadas, en la historia del ciclismo en pista encontramos pruebas de Seis Días en más de un centenar de ciudades de una veintena de países. Y España no podía ser ajena, con carreras tanto en Barcelona -dos ediciones en los años cincuenta- como en Madrid, primero en los sesenta y luego un resurgir que no llegó a cuajar en los ochenta, y que tuve la suerte de vivir presencialmente en una de aquellas ediciones.
Así era el Pabellón del Deporte. Foto: La Barcelona de Antes |
Para ello tuvo que construirse un recinto en pleno centro
de Barcelona, en lo que es la actual Gran Vía, prácticamente enfrente de la
Plaza de las Arenas y en lo que hoy es la Escuela de Formación y Auditorio de
la ONCE. Según encontramos en el blog ‘La Barcelona de Antes’ así nació
el Pabellón del Deporte, un recinto descubierto que pudiera albergar otros
deportes, entre ellos el ciclismo, con una pista de 200 metros, con
alumbrado nocturno y con gradas que podían albergar de 7.000 a 10.000
espectadores. En 1951 fue la sede de sendos Campeonatos de España de
velocidad y de persecución, en ambos casos para profesionales.
Fue a finales de ese mismo año cuando comenzó a gestarse la
prueba, con unos contactos entre el promotor Miguel Torelló, Juan Plans
-ex corredor, director de la pista barcelonesa, pero también periodista- y
el francés George Wambst, campeón olímpico en 1924, y mano derecha para las
competiciones de pista del rey de los agentes franceses durante más de medio
siglo, Daniel Dousset. También es ser curioso ver quien firma las primeras
crónicas previas en Mundo Deportivo sobre la gestión del evento, Carlos Pardo, que
terminaría siendo parte fundamental de esta prueba … y de los Seis Días de
Madrid, una década más tarde.
Reproducción del cartel en el Mundo Deportivo, que representa el día y la noche en esos seis días |
La importancia de las primas
Del 30 de mayo al 5 de junio
fueron las fechas inicialmente elegidas, principalmente por razones
climatológicas, aunque luego se retrasaron del 6 al 12 de junio, pero
sobre todo por la no coincidencia con otras pruebas similares. Un evento que pronto
encontró el patrocinio de Champaña Freixenet -la denominación cava se
oficializó mucho tiempo después como consecuencia de la existencia de la
denominación protegida francesa-, pero en el que los patrocinios eran
fundamentales, tanto para sostener a los equipos como para aportar las
distintas primas que se entregaban en carrera e incluso regalos para el público
asistente. Así, encontramos empresas como González-Byass, Osborne, Berkel,
Bertola, Martini, Pirelli, Duward, Telefunken, Colchones Sema, Calo Sport -unas
pasillas de glucosa que aparecieron en aquella época-, pero también aportaciones
de aficionados, entre los que estaba la ‘creme de la creme’ barcelonesa y entre
los que encontramos a Juan Antonio Samaranch, o simples aficionados del
montón.
Antes de empezar, con el desarrollo de la prueba, decir que más
que seis días, lo que tenían que competir los corredores eran 145 horas, ya
que siempre debía haber al menos un corredor en pista. El cómputo de vueltas
se hacía entre las 9 de la mañana y las 2:30 de la noche -los días de diario- o
las 3:30, festivos y vísperas. Desde ese momento hasta el reinicio matinal
no se contabilizaban dichas vueltas, pero se seguía exigiendo la presencia de
un corredor: por lo tanto, eran apenas tres horas las que tenía cada
integrante de la pareja para dormir.
Junto con el cómputo de vueltas, el de puntos obtenidos
en los 148 sprints -hasta 28 cada día programados-, sin olvidar la importancia ‘económica’
de las primas, que en los momentos de máxima expectación podían ser cada
cinco o diez minutos.
Los corredores no salían del velódromo, por lo que tenían
unas casetas provistas, según la prensa de la época, de toda clase de
comodidades, y con un comedor especial para ellos, a cargo de un cocinero
alemán. También se desplazaron hasta cinco cuidadores extranjeros para atender
a los ciclistas, aparte de algunos españoles, en una prueba que al final congregó
a siete parejas extranjeras, seis españolas y una mixta.
San Martín, en una imagen de 'Apartado de Correos 1001', una película de aquellos años. |
Pero uno de los aspectos más importantes era el ‘glamour’,
ya que numerosas personas acudían al velódromo cuando ya habían terminado las
funciones teatrales nocturnas. Por ello se encomendó a un conocido galán de
la época, Conrado Sanmartín, que acudiera diariamente con las distintas ‘vedettes’,
ejerciendo de madrinas de cada una de las parejas, como Michelle Richard
-la reina de los Seis Días-, Matty Mont, Elenita Maya o Silvia Morgan, nombres
que sinceramente no había escuchado nunca, sólo el de Mary Santpere, ‘La
Reina del Paralelo', pero más por su faceta de actriz y humorista.
Y tampoco estaba de más la presencia de otros famosos, como los
ciclistas Vicente Trueba y Mariano Cañardo, o los futbolistas José Samitier y
Ladislao Kubala, presentes en ese histórico viernes 6 de junio de 1952
cuando, a las 22:45, arrancaban los primeros 6 Días ciclistas de Barcelona.
En la segunda entrega contaremos como se desarrollaron deportivamente estas dos ediciones barcelonesas.
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