Como contábamos en la primera parte, el viernes 6 de junio de 1952, a las 22:45, arrancaban los primeros 6 Días ciclistas de Barcelona-Gran Premio Champaña Freixenet. Siete parejas extranjeras, seis españolas y una mixta se presentaban en el Pabellón del Deporte, tras haber pasado un reconocimiento médico en una de las iniciativas más valoradas en su momento.
Sin embargo, los españoles no se arredraron, y desde el
principio se dejaron ver dos corredores que ya tenían una merecida fama
nacional, aunque sus grandes éxitos mundiales llegarían algunos años
después. Nos referimos a Guillermo -como aparecía en los diarios de la
época- Timoner y a Miguel -lo mismo- Poblet. El primero fue encuadrado con Miguel
Bover, pero peor suerte tuvo el catalán, ya que comenzó con Pedro Sant,
continuó con Mariano Corrales y terminó con el francés Henri Surbatis.
De entre los detalles anecdóticos, aparte de ese aluvión
de primas y ese constante fluir de famosos por el velódromo, me quedo con
un detalle curioso: la lluvia -no demasiado intensa- apareció en una de las
noches y la prueba no se paró, sino que se neutralizó, ya que los
corredores tuvieron que seguir rodando hasta que escampó y se puedo continuar
con la competición.
De junio a septiembre
Las fechas de la segunda edición, sin embargo, tardaron
más tiempo en concretarse y no fue hasta los primeros días de septiembre
cuando se anunciaron: del 18 al 24 de ese mismo mes coincidiendo con las
fiestas de la Merced. Y diferencia de 1952, no aparece ninguna firma
vinculada con el Gran Premio.
Lo que sí hubo fue bastante interés por participar, tanto de
algún ciclista extranjero que se plantó a las puertas del velódromo por si
había alguna ausencia de última hora, como de muchos ruteros que, apenas
unos días antes, habían destacado en la ‘Volta’. Fue el caso del ganador de
la ronda catalana, Salvador Botella, emparejado con un especialista como
Santiago Mostajo, aunque no terminaría la prueba, o de Bernardo Ruiz, que
participó junto a Vicente Iturat, aunque con un protagonismo reducido. Federico
Martín Bahamontes, rey de la montaña de la ronda catalana, probó en los días
previos en la pista del Pabellón, pero al final no llegó a un acuerdo
-suponemos que económico- para participar-. Tampoco intervino Timoner,
aunque en algunos medios foráneos sí aparece, confundido con su hermano, Ato.
Las mayores opciones españolas corrían a cargo de Miguel
Poblet, que volvía a correr con Ferdinando Terruzzi, con el que había ganado
brillantemente en junio los Seis Días de Argel, aunque los primeros líderes
fueron dos especialistas, como los hermanos Saura, Bielet y José, aunque
al final no estarían entre los mejores.
En esa última noche, la actitud valiente de la pareja
italo-española les valdría la victoria, con 168 puntos y con una vuelta de
ventaja sobre los suizos, completando el podio una pareja que, sin
demasiado ruido, fue a más, ganándose también el reconocimiento de la
afición, Francisco Tarragona-Alfredo Estmages, aunque acabaron a seis
vueltas.
A pesar de algunos problemas, las dos ediciones fueron un completo éxito, como otras iniciativas deportivas en el Pabellón. Por ello se pensó en la posibilidad de techarlo, pero finalmente se optó por construir un recinto deportivo nuevo, cercano a este, aunque sin pista para ciclismo, lo que supuso el final de los Seis Días de Barcelona, con apenas dos ediciones de vida. Y, en 1955 el viejo Pabellón del Deporte se reconvirtió en un canódromo, mientras que la prueba ciclista ‘reapareció’ en Madrid en 1960.
Poblet, Clarós y Esmatges, los 3 maestros que tuve la suerte de conocer en el primer curso de captación de talentos para Barcelona 92, allá en la primavera de 1985.
ResponderEliminar30 años tuvieron que pasar para que se tuviera un velódromo de verdad.