La inauguración en 1960 del Palacio de los Deportes de Madrid fue una excelente oportunidad para que la capital de España tuviera también unos Seis Días, en una instalación cubierta y de gran tamaño, con un aforo que oscilaba entre los 10.000 y los 16.000 espectadores. Curiosamente fue construido por los mismos arquitectos, José Soteras y Lorenzo García Barbón, que levantaron el Palacio de los Deportes barcelonés en 1955, en este caso sin velódromo interior, lo que supuso el final de la prueba catalana.
Y es que el derribo de la antigua Plaza de Toros de Goya, tras la construcción de Las Ventas en 1934, dejó una céntrica esplanada en la que, a comienzo de los años cincuenta se pensó en levantar un recinto polideportivo como los que había en numerosas ciudades del mundo, aunque tardó casi diez en ser una realidad.
Por lo demás, la prueba madrileña, cuya primera edición tuvo
lugar entre el 2 y el 8 de diciembre de 1960, tenía las mismas
características de combinar deporte y famoseo. En el primer caso, con parejas
que combinaban especialistas con estrellas internacionales de los velódromos,
y muchas primas intermedias para hacerlos interesantes desde el punto de vista
económica; en el segundo, con la presencia de estrellas que llegaban al término
de las sesiones teatrales o de cabaret, y que animaban las últimas horas de la
noche, en un evento que seguía siendo continuo, de 24 horas al día, 144 en
total, con numerosos espectáculos en la pista para amenizar los momentos más
tranquilos en el apartado deportivo. Incluso llegó a haber un programa en
directo de Radio Madrid, conducido por el inolvidable Miguel de los Santos.
Carlos Pardo. Enciclopedia Catalana |
Antes de ese momento, liderato para los neerlandeses Jo Captein-Daan
de Groot, para la dupla belga y para la italiana, con Poblet y Timoner
luchando hasta la saciedad por hacerse con el liderato… hasta que una grave
caída, afortunadamente no tan seria como se pensó en un principio -fractura de
cráneo-, mandara al de Felanitx al hospital, tras chocar con Tortellá, que
también abandonaca. Sus dos compañeros fueron reagrupados y mantuvieron el tipo.
Y aunque Poblet y Peñalver sumaron más puntos que nadie, 304, en la parte
final los ‘aussies’ lograron una vuelta que sería decisiva, con 259 puntos,
con la dupla belga completando el podio, también a una vuelta, con 97. Tampoco
terminó Suárez, aunque Esmatges, junto a Ignasi Ametller, completaba la prueba
en sexto lugar, como segunda pareja española.
La segunda edición se adelantó unos meses, en concreto
tuvo lugar del 30 de octubre al 5 de noviembre, y desde el punto de vista
de las ‘vedetes’ pudo contar con Sara Montiel, Cantinflas y Mary Santpere, que
fue quien dio la salida oficial, o los humoristas Gila y Cassen, que se
ganaron al público con sus imitaciones ciclistas. Y en el deportivo, Poblet
volvía a ser la gran estrella nacional, esta vez emparejado con un notable
especialista argentino, Jorge Jacinto Batiz, descubierto unos años antes por el
propio Fausto Coppi, y ganador con el catalán quince días antes de la prueba de
Buenos Aires. En frente, se destacaban parejas como los belgas Sorgeloos-Guillaume
van Tongerloo, los suizos Oscar Plattner – Armin von Bueren o los italianos Leandro
Faggin-Ogna. Igualmente mencionar la presencia del destacado ciclocrossista José
Luis Talamillo.
Los humoristas Gila y Cassen, en una imagen de Mundo Deportivo |
Y terminamos este primer repaso de los Seis Días de Madrid con
la edición de 1962 en la que Poblet, después de dos años consecutivos
acabando segundo, se llevaba por fin la victoria, esta vez en compañía de Bover.
La tercera edición se celebró en fechas muy similares a las del año anterior
-29 de octubre a 4 de noviembre- y también tuvo otra pareja hispano-argentina como
protagonista, con Bruno Sivilotti, nacido en Italia, pero criado y
nacionalizado argentino, como compañero de Tortellá. Fueron ellos los primeros
líderes, posteriormente relevados por los franceses Jean Raynal-Marcel Delattre,
aunque no terminaron, y por el aún no muy famoso Tom Simpson, pese a que
había ganado ya la Vuelta a Flandes, junto a Tressider, el vencedor de la
primera edición.
Esta pareja se aprovechó del duelo que estaban protagonizando
desde mitad de carrera Poblet-Bover contra Faggin y Ferdinand Terruzzi, el
compañero del de Moncada en su victoria en Barcelona nueve años antes, y que el
último día se decantó por los españoles, a igualdad de vueltas, 159 a 148,
con los líderes anteriores a una vuelta, pero con 224 puntos.
Tres ediciones que consolidaron la prueba madrileña, con días en los que incluso se quedaron aficionados en la calle y que propiciaron el protagonismo en los siguientes años de ciclistas como un excelente pistard, sprinter y rodador como Rik I Van Steembergen y un escalador-rutero como Federico Martín Bahamontes que quería demostrar que también podría brillar en la pista. Y que también despertó el interés por crear lo que entonces se llamaban velódromos de invierno en lugares como Oviedo, Bilbao o Palma de Mallorca… aunque ninguno de ellos desgraciadamente se concretase (continuará).
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