El empujón de Toñín Suárez a la pista cántabra: “Los resultados no reflejan el trabajo y las ganas que ponemos, pero se trata de aprender”

Hace algo más de un año, cuando vi a Toñín Suárez en el velódromo de Galapagar pensaba que mis ojos me engañaban, dada la vinculación de la familia cántabra con el ciclocross, sin recordar ninguna intervención anterior en la pista. Pero no, era él, junto a su hija Zara, en una decidida apuesta por esta disciplina, como se ratificó en posteriores coincidencias en otros escenarios nacionales como Dos Hermanas, Valencia o Tafalla.

Con sus dos pupilas. Facebook Toñín Suárez.

“Hace unos años se hacía un critérium de carretera aquí en Cantabria, pero con pruebas de eliminación y puntuación, y me gustaba correrlo, aunque nunca hice pista. Pero cuando Zara empezó a montar, pedimos una bicicleta prestada y probamos primero en el velódromo de casa y luego en Galapagar y parece que le gustó”, nos cuenta Suárez.

La apuesta se ha ido redoblando y este año, en su condición de director del equipo cadete del CC Meruelo, sondeó a sus corredoras para ver si alguna más se sumaba. “A todas les daba mucho respeto lo de la bicicleta sin frenos. Pero Marina (Cabo) no dijo ni que si ni que no, y nos fuimos a Valencia, a la primera Copa de España. Esto fue un martes, compramos la bicicleta y el domingo corrió por primera vez”.

Y también le encantó la experiencia hasta el punto de que las dos cántabras sumaron los puntos necesarios para estar el pasado fin de semana en el Campeonato de España de Galapagar. “Los resultados no reflejan el trabajo y las ganas que ponemos, pero de momento se trata de aprender y sumar para los cántabros de la pista en un futuro”, indica el director, quien aprovechaba para dar las gracias a su club, “porque quiere que las corredoras hagan todo tipo de pruebas, no sólo de carretera”, a la Federación Cántabra, “aunque el año pasado se quedaron sorprendidos por esta iniciativa”, y a Luismi Quince por haberle dejado el material. “Tengo todo su apoyo, pero buena parte de los gastos han salido de mi bolsillo, aunque quizá haya sido culpa mía por no haberlo pedido”.

Aparte de los gastos de desplazamiento, hay que tener en cuenta otra dificultad y es que entrenar en Cantabria no es fácil. “Tenemos un circuito, porque tampoco se le puede llamar velódromo, de 500 metros, aquí en Los Corrales y sin casi peralte, pero para iniciarse no está mal. Lo bueno que tiene es que se puede salir incluso lloviendo, ya que no resbala”. Y es precisamente el enfrentarse a un velódromo ‘de verdad’ lo que también les da reparo a las corredoras. “Quizás tendríamos que ir alguna vez a algún velódromo más preparado, en el País Vasco”.

De todas formas, se le nota contento con la experiencia. “Tenemos muchas ganas e ilusión por seguir. Para el año que viene ya he hablado con alguna más que quiere probar, e incluso de otro club de Cantabria. El objetivo es ahora buscar alguna velocista. Lo malo es que, en el caso de Zara, que ya pasa a sub23 y hay bastantes dudas, porque como no hay una competición nacional… A ver si desde la Española se organiza algo o se ponen las Autonómicas de acuerdo para que puedan seguir compitiendo en pista todas las corredoras que pasan de juveniles”.

Todavía queda el Campeonato de España de Semana Santa, “que todavía no sabemos dónde va a ser, aunque esperamos que no sea un desplazamiento muy costoso. Zara no va a estar porque se va de Erasmus a Italia el mes que viene y la idea es ir con Marina. Pero ya te digo, esto es un trabajo a largo plazo, en el que no buscamos resultados”.

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