Gros, a recuperar su moral en Nueva Zelanda invitada por Andrews

Arriba, una imagen de la francesa con su oro;
abajo, ya entrenando en Nueva Zelanda.
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La medalla de oro lograda por Mathilde Gros en el keirin de la Copa de las Naciones de Konya debe suponer un punto de inflexión para la velocista francesa tras la decepción que supuso nuevamente la experiencia olímpica, en este caso más amarga al ser en su casa de París después de lo que significó Tokio. La FFC publica en su web un interesante reportaje sobre Gros, quien ya se encuentra en Nueva Zelanda, por invitación de la doble campeona olímpica Ellesse Andrews, donde se preparará los próximos dos meses.

Ya publicamos en su momento la bofetada en la cara” que le supusieron los Juegos Olímpicos de Tokio, algo que parecía haber superado con su victoria en el Mundial de 2022, también en el velódromo de Saint-Quentin-en-Yvelines. Pero, desgraciadamente, en París, se repitió la experiencia negativa. Muy deprimida, "no estaba segura de querer continuar", cuenta, continuando por inercia en el Mundial de Ballerup y en la Champions League, pero también con resultados anónimos. Desde entonces, no se la había visto en competición, ya que no acudió ni a los Nacionales franceses ni a los Europeos, lidiando con pequeñas lesiones cuyo origen es tanto psicológico como somático: "Me descompensé", resume con sobriedad, antes de analizar más a fondo el cansancio acumulado: "antes de Tokio, entrenamos como locas y después de Tokio, no nos tomamos un descanso, fuimos directamente a París 2024 ".

De hecho, no se sentía segura de participar en Konya. “Al principio, me sentí como si no hubiera competido en cinco años”, cuenta, haciendo un análisis de su desempeño en velocidad en el que tampoco vamos a pormenorizar, aunque la impresión fue positiva. “Llegábamos al velódromo a las ocho en punto y luego los enfrentamientos se sucedían uno tras otro durante todo el día. Fue difícil. Aun así disfruté la bicicleta. Incluso llegué a mis límites físicos, pero logré maniobrar como quería”. Más curiosa es su valoración en el keirin, que afrontó “sin tener nada que perder”, para llegar a una final en la que “conté las finales de keirin en las que había acabado en sexto lugar, las podía contar con los dedos de ambas manos. Me liberó y creo que hice una carrera casi perfecta. Y gané. Estuvo muy bien”.

Un indudable refuerzo a su maltrecha moral, aunque pone más ilusión en su periplo neozelandés. “Fui a Japón en 2018 y 2019, y me hizo mucho bien las dos veces. Así que me retiro del centro olímpico por unos meses que coincidirán con un período de reorganización y luego veremos cómo organizar mejor las cosas. Creo que necesitamos una estrategia para desactivar el estrés excesivo que nos afecta a todos, desde el personal hasta los deportistas, a medida que se acercan los Juegos Olímpicos, y que es muy perjudicial. Necesitaremos ser capaces de mantener la calma... y la diversión”.

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