Itmar Esteban, a punto de salir a pista. Sus críticas sobre los dorsales con imperdibles, absolutamente justificadas por lo que se ve en la imagen. Foto Román Mendoza |
Nos
faltan, por lo tanto, los grandes
protagonistas, los corredores, aquellos que con su esfuerzo y prestaciones
deciden el resultado de cara competición… y fomentan el espectáculo de cara al
público.
El
Reglamento UCI establece algunas normas genéricas. como por ejemplo el número de corredores en pista que no
podrá exceder de 20 (15 equipos para la madison) en una pista de 200 metros, de
24 (18 duplas), en la habitual de 250, o de 36 (20 parejas) en las de 333,33
metros. Corredores que tendrán que llevar obligatoriamente el casco, que deberán tener en todo momento el control de
la bicicleta sujetando el manillar o los acoples al menos con una mano, que
no pueden llevar con ellos o en sus máquinas cualquier objeto que pueda caer en
la pista, y que tienen prohibido el uso
de auriculares para escuchar música o mantener comunicación por radio. De
la misma manera, todo dispositivo electrónico con fijación –medidores de
velocidad, de potencia o similares- deberá tener la pantalla tapada para que no sea consultable por los corredores
durante sus pruebas.
Diferencias claras entre Eukene Larrarte y su compañera Arantxa Garikano: casco, manga corta o larga, gafas vs. visera... Foto Román Mendoza |
“Claro
que hay diferencias entre velocistas y
fondistas”, interviene Esteban. “Son pruebas diferentes y requieren una
preparación diferente. Nosotros
trabajamos en el calentamiento la flexibilidad, la movilidad, algo que un
fondista no suele hacer”. Por ejemplo, esos saltos que cada vez son más comunes
entre los velocistas, bien en la pelousse, bien en cualquier escalera del
velódromo. “Ellos están más en el
rodillo, con un protocolo mucho más medido”, añade Larrarte. “A mí, el
rodillo me aburre, aunque sé que es necesario, por lo que prefiero estar lo
justo, más o menos media hora”.
Llegando al velódromo
La
llegada al velódromo es un asunto muy personal, que no depende de
especialidades. Por ejemplo, Itmar nos
comenta que “si es una competición importante, me gusta llegar dos horas y
media antes. Me da tranquilidad para que no haya imprevistos y no tener
agobios”. Eukene reconoce que “por lo menos una hora y media antes, aunque
estés en el box sin hacer nada”.
El box, el 'hogar' del corredor durante muchos días. Foto: Federación Española |
Esteban
nos indica que “los protocolos están bastante estandarizados en cuanto al
calentamiento. En una competición, haces
lo de siempre, lo que ya conoces y sabes que te va bien. Alguna vez puedes
probar cosas, pero en competiciones menos importantes”. En cuanto al material,
“es un tema de organización. Si es tuyo,
normalmente lo manejas tú, pero cuando es de la Federación, no lo haces, y es
el mecánico el que se encarga de todo”.
Una
competición en pista no es como una prueba en carretera que sales, compites y
te marchas. Puede ocurrir que tengas varias mangas o diferentes carreras en un
mismo día, por lo que también hay que gestionar esas pausas. “Si tienes el hotel cerca, y al menos dos
horas entre pruebas, prefiero ir al hotel, porque descansas”, manifiesta
Larrarte. “Pero si es mucho trajín, hay veces que prefieres quedarte, para no
desconcentrarte”. Ello conlleva tener que hacer comidas de lo más diversas: desde barritas o piezas de fruta, hasta un
arroz blanco hecho o calentado en el box o, si hay suerte, un plato en la
cafetería del velódromo.
Buzo, guantes... e imperdibles
Los guantes de Awang, una eficaz protección en caso de caída. Foto: UCI Track |
Los
guantes son otro elemento imprescindible del equipamiento, aunque cada vez es
más frecuente ver algunos corredores sin ellos, pensando en unas mejores
sensaciones en el agarre. “Pienso que quien
hace un keirin o una madision sin guantes está loco, porque te puedes dejar las
manos en una caída”, sentencia Itmar. “Compitiendo yo siempre los uso,
guantes cortos, aunque entrenando, si estoy sola y son series duras, con sudor,
puedo pasar de ellos”, añade Eukene.
En
cuanto a los calcetines, ambos reconocen que los prefieren cortos,
“hasta el tobillo”, precisa el del Génesis, mientras que la ciclista del
Gipuzkoa-Ogi Berri manifiesta que “los
largos no me gustan nada, aunque estén de moda, aunque pienso que no aportan
ninguna ventaja”, por mucho que la UCI se empeñe en controlar su altura.
También
el máximo organismo internacional ha regulado los cubrebotines, prohibidos en velódromos cubiertos, pero no en los
descubiertos, sin que dependa de la temperatura. “No tiene ningún sentido”,
señala Esteban, quien también incide en otro anacronismo, los imperdibles para
sujetar los dorsales.
Dorsales en cadena. Foto: Román Mendoza |
Los cascos, cada vez más similares
Lo
último que se ponen es el casco. La tradicional diferencia de los cascos cortos
para pruebas de velocidad o de fondo y el largo, para persecuciones, se está
perdiendo. “Los velocistas hemos cogido
las ventajas de los persecucionistas, con cascos con algo de cola. Si es una
pequeña ventaja, bienvenida sea”. Por su parte la fondista nos dice que “en
mi caso suelo competir con un casco normal, sin que la cola sea demasiado
larga. Muchas veces son modas”.
Lo
mismo pasa con la visera, transparente o tintada, un elemento que,
curiosamente, en este segundo caso, los corredores no pueden añadir hasta el
último momento, ya que el reglamento
prohíbe que estén con ella en la zona de espera, para que puedan ser
identificados en las pruebas televisadas. Hoy por hoy, en las grandes competiciones nacionales prácticamente la
totalidad de los corredores optan por la visera, mientras que en competiciones
menores, es habitual ver a los pistards con gafas.
Kluge, uno de los pocos fondistas que aún sigue usando gafas. Foto: UCI Track |
Llega
ya el momento de salir a la pista y cada corredor tiene sus manías, aunque “casi todos le pasamos una manita o un
trapo al tubular, para que no tenga nada que pueda causarte problemas”,
indica Itmar. “No tengo ningún ritual, aunque antes de competir suelo ir al
baño, la meadita del miedo que dicen.
Las mujeres tenemos más problemas con esto y tenemos que calcular más los
tiempos”.
Y ya
sobre la pista contrasta la tensión de los velocistas, con gestos que
asustan a cualquiera, como los del francés Florian Rousseau rayanos en lo
demoníaco, o miradas gélidas que pretenden meter tensión a las rivales
-y en esto las rusas son las más inexpresivas- con la relativa tranquilidad de
los fondistas, agarrados en la balaustrada o hablando desenfadadamente con los técnicos
que le sujetan. Luego en carrera, los comportamientos serán más homogéneos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario